La trashumancia vuelve a la montaña oriental con casi mil merinas de La Siberia pacense
La Asociación de Pastores Trashumantes y la cooperativa extremeña Oviso se asocian para traer ovejas a los puertos.
       
ana gaitero | prioro 27/06/2015     
De
 los rastrojales de La Siberia extremeña a la frescura de los puertos de
 la montaña oriental. Prioro recibió ayer con alfombra verde al primer 
rebaño de merinas trashumantes que pisa la montaña oriental en cuatro 
años. Hoy serán recibidas con honores en la Fiesta de la Trashumancia.
Esta
 vez sí, las ovejas no serán un recuerdo nostálgico, sino una realidad 
con futuro. Es lo que esperan la Asociación de Pastores Trashumantes y 
la cooperativa extremeña Oviso, firmantes del convenio que ha hecho 
posible que ayer desembarcaran en Prioro 800 ovejas procedentes de la 
localidad de La Siberia, en la provincia de Badajoz, y otras 400 de 
Secos del Porma en León.
Trashumantes y trasterminantes se unen en
 un rebaño mancomunado para recuperar el pastoreo tradicional en los 
puertos de la montaña oriental. «Aquello lleva seco hace mucho y aquí 
está todo verde», comenta Lorenzo Sánchez Gentil, el ganadero extremeño 
que se ha lanzado a la experiencia promovida por las organizaciones 
ganaderas y que tras más de un año de trabajo ha recibido el respaldo 
del servicio territorial de Medio Ambiente para arrendar los pastos 
incluso dentro del Parque Regional y del Parque Nacional de Picos de 
Europa, lo que ha supuesto «un esfuerzo añadido», comenta Rubén Valín, 
secretario de la Asociación de Pastores Trashumantes y ganadero leonés 
que aporta su conocimiento del pastoreo en los puertos.
Tras ocho 
horas de viaje en camión desde Extremadura, las merinas acusaban 
cansancio y desorientación. Pero pronto reconocieron las bondades de la 
hierba que se presentaba a sus pies como un exquisito manjar.  El 
domingo subirán al puerto de Las Pintas, en Salamón, y se beneficiarán a
 lo largo del verano de las finas hierbas de Pandetrave, en Posada de 
Valdeón, dentro del Parque Nacional de Picos de Europa, y en el puerto 
de Venero, de Valverde de la Sierra.
«Espero llevarlas gordas», 
comentaba el extremeño, mientras los conductores de los camiones, 
acostumbrados a mudar ovejas trashumantes a otras latitudes, 
preguntaban: «¿Hay lobos o no hay lobos?». «Lobos habrá pero tenemos 
buenos mastines», recalca Antonio, pastor desde niño.
El ganadero 
extremeño se dedica al oficio «desde chico», pero «nunca hemos venido 
tan lejos». Con más de 4.000 ovejas en la cabaña, las condiciones del 
estío en Extremadura encarecen mucho la alimentación de las merinas, así
 que se decidió a probar la montaña leonesa después de visitar la zona 
de Riaño y Portilla de la Reina el año pasado cuando se gestaba el 
proyecto de Oviso y la Asociación de Pastores Ibéricos Trashumantes.
El
 objetivo es ampliar la trashumancia a más rebaños en los próximos años 
si cuaja la experiencia de este primer verano en León. La llegada de las
 merinas levantó expectación en Prioro, que ayer por la tarde, 
despertaba de la siesta con el ajetreo propio de las vísperas y con la 
carpa. Cinco ganaderos de vacuno quedan en este pueblo que cuenta con un
 polígono destinado a las cuadras y naves. «Cuando se hizo pensé que el 
pueblo estaba salvado. Pero nos han tocado todas las enfermedades y una 
política muy mala. Se vendieron las 17 parcelas y sólo hay tres naves 
levantadas», se lamenta uno. En la montaña oriental, puntualiza, quedan 
pocos pastos para merinas.
Pedro, prejubilado de la Michelín, 
recuerda sus siete años de trashumante en Extremadura, en la comarca de 
la Serena, hasta que fue a la mili. «Embarcábamos en Palencia con un 
tablero para que subieran al tren y desembarcábamos en Campanario, en 
Badajoz, donde estaban más adelantados y tenían desembarcadero y 
burladeros para animales bravos», explica. «Era muy duro pero era lo que
 había», añade.
La trashumancia del siglo XXI pretende recuperar 
el pastoreo tradicional pero con condiciones adecuadas a la vida moderna
 para pastores y ganado. Las merinas estarán en los puertos hasta que la
 climatología lo permita, como es habitual en la trashumancia. Con la 
llegada de las primeras nieves del otoño regresarán a Extremadura. Y la 
montaña quedará triste y oscura.
