Para
 una conciencia normal ya no se puede soportar vivir en la atmósfera 
irrespirable que invade todos los ámbitos de la vida pública española. 
La incompetencia más absoluta de los llamados a resolver los problemas 
de la nación,  como hemos visto en la desastrosa gestión –al borde del 
delito contra la salud pública– del primer caso de ébola, la ineficacia 
del Estado en todos sus niveles, la mentira como forma de gobierno y los
 mares de nepotismo y corrupción no son más que fenómenos consecuentes a
 la degeneración moral que ideó y cristalizó la “fórmula política” 
imperante en España desde la Transición. La nueva clase política nos impuso un régimen oligárquico de partidos, llamado cínicamente democracia,
 donde el pueblo no puede elegir ni a sus representantes ni a su 
presidente, y donde además el poder judicial depende absolutamente del 
poder ejecutivo.
Semejante barbaridad constitucional no habría podido realizarse sino a través de un golpe de gobierno que impuso a los españoles una Constitución sin libertad constituyente. El Poder estatal se dividió en 17 feudos territoriales
 contrarios a la realidad histórica y cultural de la Nación, lo que ha 
conducido directamente a la ruina moral y económica de España y a la 
corrupción sistemática en todos los ámbitos públicos. Sin este reparto 
territorial del poder político no habrían sido ni tan fáciles ni tan 
impunes el desgobierno y la disolución moral del propio concepto 
histórico de España. El separatismo catalán es una creación directa del sistema autonómico combinado con un sistema electoral concebido en beneficio de las minorías políticas nacionalistas.
No
 se puede dejar por más tiempo el país en manos de tal cuadrilla de 
corruptos e insolventes. ¿Cómo es posible, en el caso del ébola, que el personal sanitario militar, que tiene experiencia en NBQ (nuclear, bacteriológico, químico) con amplio entrenamiento dentro y fuera de España y con equipos adecuados, haya sido apartado por los ineptos políticos al
 frente de la Sanidad de Madrid, apoyados por el Gobierno? Si la 
enfermera, que sin entrenamiento y sin medios adecuados -traje nivel 
II y no IV como tiene el personal NBQ- muere o hay más contagios, este 
Gobierno de insensatos debería pagar por ello. La necesidad de una 
acción colectiva que cambie radicalmente el rumbo de la sociedad 
política y del Estado, y que siente las bases éticas, culturales y 
jurídicas de unas nuevas reglas del juego político basadas en la 
decisión democrática de la sociedad gobernada, se ha hecho ya patente 
hasta en las mentalidades más conservadoras.
El Estado de saqueo: licencia para robar
La
 Transición en España de un régimen autoritario a otro de libertades 
individuales pero sin control del poder fue completamente diferente al 
paso de la dictadura a la democracia de los países del Este. Mientras en
 el primero la democracia nos fue hurtada por una oligarquía de partidos, sin separación de poderes ni representación de los votantes
 y una división de la nación en feudos administrativos con licencia para
 robar, en los segundos la transición fue diseñada por las burocracias 
exsoviéticas, donde la última generación de burócratas se alió con la 
primera generación adjudicataria de los monopolios estatales.
En
 España fue justo lo contrario: se creó una nueva burocracia que tomó al
 asalto todos los activos públicos en su propio beneficio y monopolizó 
el poder en los feudos territoriales, lo que permitió la acción 
continuada del expolio de la riqueza. Ejemplo: caso Pujol
 
En
 España fue justo lo contrario: se creó una nueva burocracia que tomó al
 asalto todos los activos públicos en su propio beneficio y monopolizó 
el poder en los feudos territoriales, lo que permitió la acción 
continuada del expolio de la riqueza. Ejemplo, el del clan Pujol. Hasta 
ese extremo no han podido llegar ni siquiera los oligarcas del Este. No hay ni puede haber un Pujol en Rusia, como tampoco un Chaves o un Griñán.
 En una democracia verdadera, es decir, en un sistema presidencialista 
de gobierno con una asamblea de diputados representativos de los 
electores que los han elegido, sería más que imposible, inimaginable, 
que la vida política llegara al grado de degradación alcanzado en 
España. Otra consecuencia inevitable del reparto territorial es la 
ausencia de todo criterio de valía profesional. La competencia y la 
profesionalidad son inversamente proporcionales al número de centros de 
poder.
Un ejemplo de lo hasta ahora descrito lo tenemos en las 
tarjetas opacas de Bankia, una minúscula porción de lo ocurrido no ya en
 esa entidad, sino en la mayor parte de las 50 cajas de ahorro de 
españolas existentes hasta hace muy poco. Hasta la Transición, el sistema español de cajas de ahorro, con más de 150 años de historia,
 había sido un sistema modélico de banca pública donde los más modestos y
 humildes ahorradores del país habían depositado sus ahorros y 
encontrado financiación durante generaciones. Cumplían una función 
económica y social verdaderamente notable, y estaban gestionadas por 
excelentes profesionales.
Fue la Ley de Cajas de Ahorro 31/1985
 la que metió a los partidos políticos, a los sindicatos y a la patronal
 en los consejos de administración, desde donde iniciaron el asalto a 
los puestos ejecutivos. Los gestores profesionales fueron expulsados o 
arrinconados, y una pléyade de ineptos y saqueadores procedentes de 
partidos y sindicatos con licencia para robar se hicieron cargo de estas
 instituciones, que tan bien habían servido a las capas más humildes y 
desfavorecidas de la población durante siglo y medio. Estos desalmados 
del PP, del PSOE o de los partidos nacionalistas como también de los 
sindicatos de clase –comunistas y socialistas– utilizaron los recursos 
económicos de las entidades en su propio provecho y el de los partidos y
 sindicatos que los habían nombrado.
Financiaron inversiones disparatadas en beneficio propio y de los partidos,
 dieron créditos ventajosos a amigos o previo pago de sustanciosas 
comisiones por debajo de la mesa, y se entregarían al despilfarro y el 
saqueo más absolutos en las empresas participadas. Hablando con 
propiedad, los verdaderos culpables de los crímenes financieros 
cometidos a través de las cajas de ahorro son los políticos, que 
lograron promulgar una ley para el expolio de las cajas de ahorro en 
beneficio de  la clase dominante. El antiguo ahorro popular que 
representaba el 53% del ahorro nacional está hoy en la banca privada, 
que ha doblado así sus pasivos. Esa ha sido la misión de los partidos y 
sindicatos corruptos a cambio de lucrarse y lograr altos puestos 
ejecutivos en esa banca privada. Ejemplo: caso Rato.
Las
 cajas de ahorro tenían un sistema modélico de banca pública donde los 
más modestos y humildes ahorradores del país habían depositado sus 
ahorros y encontrado financiación. La ley 31/1985 metió a partidos, 
sindicatos y patronal en los consejos de administración, y una pléyade 
de ineptos y saqueadores se hicieron cargo de estas instituciones
 
Y
 cuando acabaron con los recursos de las entidades, pasaron a los 
pequeños ahorradores, a los que engañaron con la colaboración del Banco 
de España y de la CNMV para que invirtieran los ahorros
 de toda la vida en unas cosas llamadas preferentes, que, con el señuelo
 de una mayor rentabilidad, los llevaría a la pérdida a veces total de 
sus ahorros. Nadie entre estos saqueadores ha tenido que responder de nada.
 El rescate de bancos y cajas nos ha costado ya más de 300.000 millones 
de euros entre dinero efectivo, préstamo de Bruselas, esquema de 
“protección” de activos, Sareb –comprando activos inmobiliarios al doble de su precio de mercado–, avales, etc. De ellos, según el FMI,
 casi la mitad serán irrecuperables. De momento, el dinero perdido por 
los contribuyentes supera los 50.000 millones, a pesar de que el 
ministro De Guindos asegurara solemnemente que el rescate no costaría un euro a los españoles.
Pero
 el tema es mucho peor que el saqueo: es la impunidad y la protección 
otorgada por el Gobierno a estos delincuentes comunes. El FROB, que tiene todos los datos, al igual que la Inspección del Banco de España,
 prometió hace un año que investigaría todos estos asuntos para 
descubrir quiénes se habían enriquecido, y sin embargo ha suspendido 
todas sus actuaciones. Alguien desde el Gobierno, de acuerdo sin duda 
con la oposición, ha paralizado las investigaciones, que no se limitan a
 los 87 salteadores de Caja Madrid –todos los cuales 
saldrán impunes–, sino de las 50 cajas. Podemos estimar en más de 4.000 
los políticos, sindicalistas y sus secuaces que han estado robando 
impunemente dinero público.
Guindos acaba de afirmar: “Estoy 
convencido de que lo ocurrido en Caja Madrid es un caso singular”. ¡Pero
 cómo osa! No tiene ni vergüenza ni perdón. Es una degeneración tan 
colosal que necesita para mantenerse la corrupción institucional y 
personal en todos los centros donde han de resolverse las cuestiones 
públicas. En el caso concreto de Caja Madrid, una cúpula directiva de 
delincuentes compraba voluntades y silencios de consejeros, 
sindicalistas y políticos que contabilizaban como “quebrantos por 
errores informáticos”. Con 15 millones han conseguido un expolio de 
23.000. Y los responsables ni siquiera están imputados. En otro país 
europeo, Blesa, Rato y otros estarían en la cárcel, junto con Pujol y Bárcenas.
Sáenz
 de Santamaría prometió hace un año un plan de 'regeneración 
democrática'. A día de hoy no se ha hecho nada y se sigue prometiendo 
regeneraciones en un régimen de poder irregenerableEl 20 de septiembre del pasado año, Soraya Sáenz de Santamaría
 anunció solemnemente, con el impávido triunfalismo que la caracteriza, 
la puesta en marcha de un proyecto de “regeneración democrática” donde 
la utilización de tarjetas de crédito por altos cargos, concejales y 
demás hermanos mártires se restringía drásticamente. A día de hoy, no se
 ha hecho absolutamente nada, pero a doña Soraya no se le ha caído la 
cara de vergüenza, y continúa imperturbable prometiendo regeneraciones 
en un régimen de poder irregenerable. Montoro, por su parte, ordena a la
 Agencia Tributaria que investigue a las empresas privadas del Ibex, pero ¿por qué excluye a los nidos de corruptos (cajas rescatadas, empresas públicas y políticos y sindicalistas con mando)?
 
La degeneración del Estado: la Ley 30/1984
La Ley de la Función Pública
 de 1984 completa este cuadro normativo de la corrupción. Eliminó el 
sistema de selección basado en los principios de mérito y capacidad y lo
 sustituyó por los nombramientos a dedo, lo que nos ha llevado de tener 
una de la Administraciones Públicas mejor organizada de Europa a la más 
ineficiente y voluminosa de los países desarrollados. La ignorancia y la
 falta de preparación es algo que alcanza ya límites de escándalo. ¿Cómo
 es posible, si no, que la señora Mato sea la ministra 
de Sanidad de España? ¿Qué compromisos inconfesables existen entre el 
pusilánime Rajoy con esta incompetente ministra, que ni siquiera sabe el
 origen del lujoso automóvil que tiene su marido en el garaje de su casa
 ni conoce quién paga las costosas fiestas de su hijo? Algún secreto 
debe ligar al presidente con la ministra cuando la pone en ridículo 
despreciándola públicamente y, sin embargo, no la cesa.
Después de
 cada proceso electoral desde principios de los 80, los nuevos 
mandamases nombran a familiares, amigos y gentes de su partido y quitan a
 los funcionarios de carrera competentes, y además los someten a
 todo tipo de humillaciones y acoso laboral hasta límites inimaginables.
 Los primeros son casi dos millones. Un cáncer que ha destruido 
económica y moralmente a la nación. No se exige ninguna condición especial ni conocimiento para ser empleado público.
 “A la hora de reclutar personal, el objetivo principal no es otro que 
el de colocar a los parientes, amigos y, sobre todo, a aquellos de los 
que cabrá esperar una lealtad férrea” (2). La ley implantó un sistema de
 botín donde “se garantiza la permanencia de la relación de empleo 
mediante la degradación de las pruebas de selección de personal. El 
sistema es de sobra conocido: basta con sustituir las pruebas de las 
oposiciones tradicionales con otras que pueda superar cualquiera, 
permitiendo al tribunal elegir al que quiera”.
¿Qué
 compromisos inconfesables existen entre Rajoy y Ana Mato, que ni 
siquiera sabe el origen del lujoso automóvil que tiene su marido en el 
garaje ni quién paga las fiestas de cumpleaños de su hijo?“Si
 en los procedimientos para selección de personal el objetivo es 
permitir el acceso de los adictos, en los de provisión de medios 
materiales el objetivo no es otro que nutrir las cajas de los partidos y
 el patrimonio del político de turno, adjudicando contratos al que está 
dispuesto a colaborar. El camino es paralelo: aumentar la 
discrecionalidad. Los supuestos en que es preceptiva la subasta se 
reducen a favor del concurso-subasta, los de concurso-subasta a los de 
concursos. Y, por último, se aumentan los de adjudicación directa. Todo 
ello relegando en lo posible las funciones de la Intervención”. “Quizás 
–y sin quizás– , la impunidad de la corrupción y en general de los actos
 delictivos de los políticos tienen su causa en los privilegios que 
gozan.”. 
José L. Lobo explicó ayer 
aquí cómo en el 
CNI el 75% de los empleados son ¡hijos, nietos y sobrinos de espías!, un 
nepotismo y
 una degradación profesional y moral inimaginable. Y esto no es la 
excepción, es la regla. Aunque, pensándolo bien, nada tiene de extraño 
que el centro del espionaje tenga la misma naturaleza que lo espiado. 
¡Si alguien cree que esto es un país y no una cueva de ladrones, que se 
haga un chequeo cerebral!
 
*Antonio García Trevijano es pensador político
(2)
 Todos los entrecomillados corresponden al análisis sobre la situación 
de la Función Pública en España realizado por el Académico de Número 
Excmo. Sr. D. Jesús González Pérez, bajo el título de Ética en la Administración Pública