Un cuarto de siglo después, lo que se relaciona con la presa sigue inconcluso.
06/03/2010
Cada día que pasa dilapida una razón de las que expuso el Gobierno socialista de Felipe González para mandar a la Guardia Civil a desalojar montañeses, cerrar sus casas, inundar sus pueblos y arruinar tanta vidas como almas habitaban el valle alto del Esla. Un cuarto de siglo después, no se encuentra en León aquel campesino al que le iba a crecer la renta a la hora que llegaba el agua del Esla a sus tierras, antes secano. Salvo la excepción de los Oteros, en las últimas fases de regadío de la margen izquierda del Porma, el resto suena a engaño. El segundo canal más importante de los vinculados al embalse está aún en obras; la tercera vía por orden del caudal que transporta lleva agua hasta el Pisuerga. No acaba de notarse en León aquel desarrollo económico y social con el que se mulleron los cimientos del dique de las Salas, se cerraron las compuertas y terminaron para siempre las vidas propias y colectivas de los ocho pueblos que laten en el recuerdo bajo una losa de 651 millones de metros cúbicos de agua.
Río abajo, primero, canal abajo, después, no acaba de apreciarse ese tapiz de cultivos frondosos que envolvió la masacre del valle. Pendientes de transformación dos terceras partes de la superficie que pintaban los mapas de la actuación, con otras zonas en las que después del entubado para el riego a la demanda no llega la electricidad que lo mueva, y que precisamente se iba a genera con un salto de agua desviada del canal que procede de Riaño, con una vía de escape y concesión sin determinar hacia Palencia y Valladolid que a veces pone en riesgo las concesiones habilitadas para la provincia de León, todo lo que rodea la vida la presa del Esla desde que embalsa agua está inconcluso, es impreciso, inexacto o escaso. La certeza más definida hay que buscarla más al sur, fuera de la provincia, donde los excesos fluviales que presta, entre otros, la cabecera de la montaña riañesa se convierten en euros, miles de euros, al pasar por la turbina de Ricobayo.
Río abajo, primero, canal abajo, después, no acaba de apreciarse ese tapiz de cultivos frondosos que envolvió la masacre del valle. Pendientes de transformación dos terceras partes de la superficie que pintaban los mapas de la actuación, con otras zonas en las que después del entubado para el riego a la demanda no llega la electricidad que lo mueva, y que precisamente se iba a genera con un salto de agua desviada del canal que procede de Riaño, con una vía de escape y concesión sin determinar hacia Palencia y Valladolid que a veces pone en riesgo las concesiones habilitadas para la provincia de León, todo lo que rodea la vida la presa del Esla desde que embalsa agua está inconcluso, es impreciso, inexacto o escaso. La certeza más definida hay que buscarla más al sur, fuera de la provincia, donde los excesos fluviales que presta, entre otros, la cabecera de la montaña riañesa se convierten en euros, miles de euros, al pasar por la turbina de Ricobayo.
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