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23 octubre, 2011

VEINTICINCO AÑOS BAJO LAS AGUAS

VEINTICINCO AÑOS BAJO LAS AGUAS
VIDAS ROBADAS EN RIAÑO
esta semana se cumplen 25 años del despliegue de la guardia civil en la toma del valle, que acabó en diez meses con nueve pueblos y el destierro de 3.000 personas. los afectados vuelven sobre los pasos para que no se olvide aquella tragedia. para honrar su memoria

23/10/2011. diariodeleon.es

« ... escuché la voz de mi madre y subí las escaleras a las habitaciones en el piso de arriba. Me encontré con ella en su habitación, estábamos solos en medio del estruendo de las máquinas y sus tajazos a los muros de las casas de nuestro vecinos de siempre. Mi madre se sentó en su cama y yo en la mía y la de mis hermanos, donde habíamos dormido todos de pequeños. Entonces comenzó a llorar con gran dolor e incredulidad por lo que estábamos viviendo. Agarraba la colcha y gritaba recordando a su madre, mi abuela, y a no sé quién más. Yo la abracé entre gritos y sollozos..¡Hay mamina!… ¿cómo nos ha podido pasar esto? Gritaba ella… No sé cuánto tiempo estuvimos allí, y nunca más he vuelto». Es el relato de los hechos de Alfonso González Matorra, el pequeño de Agapito, que cuenta así sus últimos momentos en su casa.

Del acoso y liquidación de Riaño quedan unos cuantos minutos de video que se pueden descargar en internet para refrescar la memoria de diez meses humillantes; el tiempo que tardó el Gobierno socialista en culminar una idea de Franco: inundar un valle, destruir nueve pueblos y arrancar de su vida a tres mil leoneses. La historia grabada de aquellos días está salpicada de gentes sometidas a la tortura de ver cómo caían sus casas como castillos de naipes entre el martilleo de las excavadoras custodiadas por guardias civiles, el arma con el que el Estado completó el destierro. Nadie acudió al rescate de tres mil almas. Ni la ONU, ni el comité de refugiados, ni las oenegés de ayuda humanitaria. Ni la UE que acababa de acoger en su seno a España, como país libres y democrático. Ni la Junta, en fase larvante del monstruo burocrático que es a día de hoy. Ni el tribunal de la Haya. Riaño es una infamia perpetrada por el Gobierno contra sus propios ciudadanos, que se han tragado sus lágrimas desde que el cielo y sus casas cayeron sobre sus cabezas.

Va para 25 años. El 28 de octubre de 1986 se registró la primera gresca en el valle, de la que salió la imagen que captó Mauricio Peña y que define el calado del conflicto: Vicente, en madreñas y con la vara en alto y la razón de lado; al otro, medio centenar de guardias civiles armados hasta los dientes dispuestos a ejecutar el primer derribo y a ejecutar la orden del señor gobernador, mandado a su vez por la Moncloa, respaldada a su vez por las fuerzas vivas del politiqueo del momento; los mandamases del PSOE, el presidente del Diputación, Pérez Ruiz, las eléctricas que se comieron la central de Lemoniz. En las vísperas de tan luctuosa efemérides, los riañeses que han mascado durante un cuarto de siglo la rabia y la impotencia de no ver a ninguno de los que ordenaron y ejecutaron el cometido ante un tribunal, que ninguno haya pagado por tanto dolor y daño causados, están dispuestos a conmemorar, para disgusto de los que llaman sus verdugos, que rehuyen el tema como una exhalación. Conmemorar para que nadie olvide. Un libro con historias de gentes desterradas del valle 25 años después; con su tribulación y su memoria, con su vida remendada por el recuerdo y la obligación del mañana, con la vida robada a sus hijos. Como para todo lo que va contra el poder, la financiación es escasa. «Sólo nos faltan 10.000 euros para editar el libro» relatan con sorna en la asociación Recuperar el Valle de Riaño, desde donde se articula la respuesta de los riañeses tras 25 años de diáspora.

Para que no se olvide, el testimonio de las víctimas. Para ayudar a esa empresa, la asociación Riaño Vive recuerda la existencia de una cuenta, 2100 6818 16 0200005452 en la sucursal de La Caixa en el Nuevo Riaño. Y para descomponer la chapuza y el atentado ambiental del embalse, la propuesta de cota 1.080, que rebajaría la cola del vaso del agua a la altura de Pedrosa del Rey y al puente de Torteros (en el valle que da acceso al Puerto Pontón, antes de La Vega). Si se bajara a 1.045 metros se descubriría el Riaño enterrado por las aguas en el lugar en el que yace desde 1987; en la cota 1.060 duerme Anciles, por ejemplo. Bajo la lápida hídrica, que pesa lo que pesan 650 millones de metros cúbicos de agua, se enterraron 9 pueblos y los papeles con los que se justificó la masacre; que se iban a sacar de la pobreza y dar desarrollo a unas zonas de León. «Es positivo que se agilicen los trámites necesarios y previstos por la ley para llevar a cabo una obra que va a proporcionar una importante riqueza a toda una zona de la provincia de León, aunque suponga algún sacrificio. Todo lo que se está realizando estos días es, pues una necesidad.» Esto lo pronunció el diputado Zapatero en 1986. Veinticinco años después, no hay nada río abajo que haga pensar que esas profecías llegaron a ser una realidad. Si se creó riqueza, como decían los impulsores del embalse para justificar la inundación del valle, no se conoce la filiación ni el lugar. La verdad de Riaño es que el día 10 de diciembre de 1986 unos hombres vestidos de verde y pertrechados como para la toma de Kosovo escoltaron a las máquinas para que tiraran la casa de Concina; fue la primera. Ese día los riañeses se dieron cuenta de que iban a por ellos. El resto los saben los políticos, los mismos que en unas semanas van a pedir el voto a algunas de las tres mil personas que hace una cuarto de siglo les arrebataron la vida en un valle irrepetible. Esa es la angustia que persigue a Riaño desde hace 25 años. Una tragedia que empezó a manar en octubre de 1986.

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