La Casa del Humo triunfa fuera de Lois
Premio Construcción Sostenible a la restauración dirigida por Ramón Cañas Construcció.
Lois,
el pequeño pueblo de Crémenes al que todo el mundo conoce por su
Cátedra (una de las más famosas preceptorías de León) y la Catedral de
la Montaña, por la espectacular iglesia, tiene ahora en la Casa del Humo
en referentes de la construcción sostenible.
La arcaica
construcción, de no menos de doscientos años, hecha de piedra, madera y
cubierta con teito de paja, ha obtenido un título de ringo rango en el
medio ambiente y la construcción: «Es un modelo ejemplar de
sostenibilidad», sentencia el jurado que ha otorgado a su rehabilitación
uno de los premios de la quinta convocatoria de Construcción Sostenible
convocados por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de
Castilla y León en colaboración con el Instituto de Construcción.
El
arquitecto leonés Ramón Cañas es el director de esta restauración que
se finalizó ya hace tres años. «La tipología del edificio representa un
modelo de sostenibilidad, tanto en su configuración arquitectónica y
funcional, en la que se aglutinan todos los espacios necesarios para la
vida rural, como en los materiales y técnicas constructivas,
aprovechando elementos naturales y renovables del medio inmediato, que
requieren labores mínimas de transformación, mayormente manuales y no
presentan incidencia agresiva sobre el medio natural», explica la
memoria con la que concurrió al premio.
El hogar, con las
pregancias colgando del techo, «resuelve las necesidades domésticas de
caldeo y cocinado, sirviendo a su vez como sistema de saneado y
mantenimiento de la cubrición de «teito», con funciones de secado,
fungicidas y anti-roedores, al filtrar el humo a través de la gruesa
cubrición transpirable de los cuelmos de paja de centeno», añade.
La
ejemplaridad de su recuperación radica en haber empleado materiales y
técnicas cuyo uso en la zona de la montaña, y en la historia de la
humanidad, se remonta a tiempo inmemorial y que en Lois tuvo presencia
viva hasta hace poco tiempo. Por ser autosuficiente y aprovechar los
recursos del entorno se convierte en un ejemplo en el que la
construcción del futuro debe mirarse para hacer viviendas más
sostenibles, tal y como argumentó el arquitecto ante el jurado. Bien es
verdad que si el fuego fue la única fuente de energía de la casa en su
origen, con el paso del tiempo entró la luz eléctrica. Esta singular
construcción estuvo habitada hasta 1997 por Noris, Honorino Álvarez, un
hombre «afable, amable, fumador empedernido y conversador» que casi era
el único que no tosía en los largos filandones que se celebraron
mientras él la habitó.
La rehabilitación ha preservado la
tipología arquitectónica, con el paso de acceso a vivienda, almacenes y
cuadras en la planta baja, y la alcoba y el espacio multifuncional de
estancia, hogar y hornera en la planta primera. La zona reconstruida de
cuadras acoge la zona de acogida de visitantes, zona expositiva y los
servicios. Se recuperó y canalizó el paso de agua de manantial que
discurría atravesando el «antojano» (patio frontal), que antaño fue
suministro de agua corriente y lavadero.
Falta Noris, pero está la
tradición más ancestral del ser humano en la montaña pues de palera y
ramaje construyó las primeras moradas allá por el Neolítico.
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