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11 diciembre, 2013

MANDELA Y LOS FUNERALES DE !LOS SOPRANO"

Mandela y los funerales de 'Los Soprano'

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blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/
AA
Fíjense que yo, viendo el funeral de Nelson Mandela por la tele, me he acordado mucho de los funerales de Los Soprano, la mejor serie de televisión de la historia de la humanidad con permiso de Farmacia de Guardia. Por ser Los Soprano una serie de mafiosos de Jersey, los funerales eran frecuentes. Cada pocos capítulos había que enterrar a alguien y las ceremonias eran tensas e interesantes: mafiosos enemigos se juntaban, con cara de circunstancias, y se daban la mano. 
Los funerales de Los Soprano se convertían en uno de los puntos clave de la serie. La hipocresía se adueñaba de todos y cada uno de los personajes. Obsesionados con llevar a cabo sus fines por encima de quien se les cruzase, tenían que echar el freno y poner buena cara ante los familiares de los muertos. Aquellos tipos dispuestos a matar, amedrentar y engañar daban el pésame a la mujer que habían dejado viuda.
Aquella serie consiguió, sin embargo, algo que el funeral-espectáculo de Nelson Mandela no ha logrado: que el espectador sintiera simpatía por los personajes.
Dándome una vuelta por las redes sociales noto gran irritación con la forma en que ha sucedido la despedida al hombre que venció al apartheid. No me cabe en la cabeza. Claro que en mitad de la lluvia que sacudía el estadio de Johannesburgo había tipos que no han destacado precisamente por su lucha a favor de los derechos humanos. Allí estaban, con cara de Soprano bueno en un funeral, el vicepresidente chino Li Yuanchao, Raúl Castro, o Robert Mugabe. Pero los dictadores de regímenes autoritarios eran la excepción y había maquillaje suficiente en los palcos como para que prevaleciera una imagen más simpática. 
Rondaba las gradas Bono, que no se pierde una y, en plena euforia de la concordia, se hizo unas fotos con George Bush. También estaban por ahí las Spice Girls, que pasarán a la historia de la música por su oposición al apartheid, puesto que contaban entre sus prietas y turgentes filas con una cantante negra. 
- I wanna (ha) I wanna (ha) I wanna (ha), I wanna (ha) I wanna really, really, really wanna zigazig ah.
También estaba Oprah. No es de extrañar que, con tanto artista, el palco vip acabase convertido en una fiesta bochornosa. El previsible discurso de Obama, tan de tú a tú, tan de afro a afro, de libertador a libertador, no fue nada en comparación con el momento cumbre que protagonizó el presidente estadounidense en la grada.
- ¿El apretón de manos con el dictador cubano en funciones?
No, qué va. El ligoteo con la primera ministra danesa Thoring-Schmidt y el colegueo con David Cameron, con quienes se hizo fotos de adolescentes, móvil en ristre, y que le valió al hombre más poderoso del mundo un rapapolvo de su mujer. Acabaron cambiando el sitio, Michelle entre Thoring-Schmidt y Barack, que en relaciones internacionales no hay que dejarse liar por las rubias. 
- Que se lo digan a Rajoy con Merkel... 
Pues hablando de Rajoy y las relaciones internacionales, también protagonizó nuestro presidente un episodio para el recuerdo:
- El funeral es un momento muy bonito porque es donde España se proclamó campeona del mundo ante Holanda.
Son las primeras palabras que Mariano Rajoy le dedicaba al muerto, en una entrevista de radio. Don Mariano llegó a Sudáfrica baldado de tanto montar en avión y un poco abrumado por el cálido recibimiento en un estadio donde la gente bailaba y cantaba. Confundido, empezó por el fútbol, que es muy socorrido, y luego dedicó a los españoles unas palabras sobre la concordia y la dignidad de la lucha contra la opresión. Fueron palabras hermosas y emocionantes, pero por aquí levantaron risotadas irrespetuosas.
- ¡Ja ja ja! ¡Escuchad con qué nos sale ahora, dice que es digno quien luchó contra su Gobierno!
Cada cual aprovechaba el relumbrón de Mandela para hacer su propio marketing
Si Mandela se levantara de la tumba y le echase un ojo a la ley de seguridad ciudadana que Rajoy nos regala estas navidades, igual nos lo expulsan del estadio.
- Pues que me echen, pero el Mundial no los lo quita nadie.
En fin... Viendo este funeral, este pretendido homenaje, con el pueblo sudafricano liberado siendo comparsa y unos palcos vips ocupados por un montón de líderes mundiales a la caza de la foto, casi quedaba más bonita la lluvia, cayendo sobre el país más próspero de África. Una fría lluvia que iba calando las preocupantes cifras de sida a las que se enfrenta la sanidad sudafricana, la injusticia de las minas de diamantes donde tenemos un trasunto contemporáneo de la vieja esclavitud y la corrupción que atenaza la vida política de este país democrático. 
Una lluvia que martilleaba con persistencia, como queriendo denunciar gota a gota el océano de hipocresía que inundó ayer Johannesburgo. Los sudafricanos cantaban, bailaban y emitían muestras de amor por Mandela y abucheos por su presidente y seguía lloviendo sobre mojado. Cada cual aprovechaba el relumbrón de Mandela para hacer su propio marketing.
Sólo faltó en la tribuna, dando su discurso sobre lucha contra los poderes tiránicos, el mismísimo Tony Soprano. Se lo habría pasado bien en tan buena compañía.

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