Un estudio dirigido por Purroy desvela que esta especie se protege en invierno en los roquedos de Picos.
Antonio Martín / León. La Crónica de León.
Protegidos del viento, los roquedos ofrecen un lugar de cobijo en los duros inviernos de los Picos de Europa para enebros y brezos. En esta zona de protección de la nieve, la pequeña población de urogallos que sobrevive en el entorno encuentran alimento en esta época. Nada sabía antes la ciencia de este comportamiento, que lleva a esta especie de ave a lugares diferentes a los que frecuenta en primavera y verano. Han sido las patrullas forestales y el personal de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) los que han encontrado esta nueva área de querencia de la faisánida.
“Es una pequeña sorpresa biológica”, reconoceel catedrático de Zoología de la ULE, Francisco José Purroy. El desplazamiento a estas zonas se produce en la invernada, periodo que va de diciembre a finales de marzo, y en el que el urogallo se muestra especialmente débil. La llegada de la nieve al monte empobrece su dieta (basada en esos momentos en yemas de baya y hojas de acebo fundamentalmente) y el animal debe permanecer mucho tiempo inmóvil para evitar el consumo de energía. Las reservas de alimento que encuentra en los enebros y brezos de los roquedos se convierte, por lo tanto, en una valiosa despensa. La primera pista que tuvieron los técnicos sobre este comportamiento fueron los restos de excrementos encontrados en estos lugares rocosos. Después de un año de recogida de muestras, han corroborado que los ejemplares de Picos pasan estancias en estas zonas.
Además de describir esta zona de invernada, los responsables del proyecto de colaboración en el que participan SEO/Birdlife, la Universidad de León y las patrullas forestaleshan confirmado otras zonas de mayor querencia del urogallo cantábrico. En la primavera, el otro de los momentos críticos para la supervivencia de esta amenaza subespecie, vive en los cantaderos, claros de bosque donde los machos se pavonean entre abril y mayo. La tercer área de querencia descrita por los técnicos la constituye la zona de protección que establecen las hembras para sus polluelos, en los bosques.
Las medidas de protección del urogallo no sólo consisten en conocer mejor dónde aparece este escondidizo animal. La concienciación de la población local es también clave. Desde 1986, el ave está considerada como especie protegida, pero el número de ejemplares sigue en declive. Actualmente sobreviven 500 en diferentes núcleos, algunos dispersos. En Picos de Europa hay unas 20 parejas, estima Purroy.
“Es una pequeña sorpresa biológica”, reconoceel catedrático de Zoología de la ULE, Francisco José Purroy. El desplazamiento a estas zonas se produce en la invernada, periodo que va de diciembre a finales de marzo, y en el que el urogallo se muestra especialmente débil. La llegada de la nieve al monte empobrece su dieta (basada en esos momentos en yemas de baya y hojas de acebo fundamentalmente) y el animal debe permanecer mucho tiempo inmóvil para evitar el consumo de energía. Las reservas de alimento que encuentra en los enebros y brezos de los roquedos se convierte, por lo tanto, en una valiosa despensa. La primera pista que tuvieron los técnicos sobre este comportamiento fueron los restos de excrementos encontrados en estos lugares rocosos. Después de un año de recogida de muestras, han corroborado que los ejemplares de Picos pasan estancias en estas zonas.
Además de describir esta zona de invernada, los responsables del proyecto de colaboración en el que participan SEO/Birdlife, la Universidad de León y las patrullas forestaleshan confirmado otras zonas de mayor querencia del urogallo cantábrico. En la primavera, el otro de los momentos críticos para la supervivencia de esta amenaza subespecie, vive en los cantaderos, claros de bosque donde los machos se pavonean entre abril y mayo. La tercer área de querencia descrita por los técnicos la constituye la zona de protección que establecen las hembras para sus polluelos, en los bosques.
Las medidas de protección del urogallo no sólo consisten en conocer mejor dónde aparece este escondidizo animal. La concienciación de la población local es también clave. Desde 1986, el ave está considerada como especie protegida, pero el número de ejemplares sigue en declive. Actualmente sobreviven 500 en diferentes núcleos, algunos dispersos. En Picos de Europa hay unas 20 parejas, estima Purroy.