RIAÑO
Muchos detractores tiene el nuevo
Riaño, tanto o más que el viejo, antes de los derribos uno pasaba por los
numerosos pueblos del entorno y oía más o menos las mismas expresiones, “son un
poco chulos”, “capitalinos”, “vienen aquí y pagan el vino con billetes de 1000 pts”, “no sé que se
creerán” etc. La animadversión hacía Riaño y sus gentes llegó a su punto álgido
en el momento de su desaparición, cuando en alguno de los enclaves próximos se
llegó a celebrar hasta su desaparición.
Riaño tuvo dos “malas suertes”,
la primera fue la negativa de Burón a ser el enclave de referencia tras la
desaparición de los Señoríos. El nuevo orden a partir de la Constitución de Cádiz
le daba a Burón esa prebenda que no quiso asumir, probablemente como apunta
Eutimio Martino, por miedo a que esta nueva situación supusiera la pérdida de
derechos adquiridos como Merindad.
El caso es que tras la suspensión
temporal de dicha constitución, por la vuelta a un breve periodo absolutista, con
la nueva entrada en vigor de La Pepa,
Burón deja de aparecer como centro comarcal, y aquí aparece la segunda “mala
suerte”, Riaño, posiblemente por su posición geográfica, es la escogida para la
centralización de servicios para toda la comarca. Este hecho supuso que además
del establecimiento de los servicios propios del estado, registro, juzgados,
etc., sea también el punto de centralización de servicios privados, bancos,
etc., y con ello la llegada gente foránea preparada para llevar a cabo las
tareas propias de estos servicios.
La consecuencia de todo esto es el
crecimiento de Riaño, aparecen nuevos negocios, hoteles, carnicerías, tiendas
de ropa, de alimentación, farmacias, etc., con los que dar servicio a los nuevos
tipos de demandas. Los ingresos de la población que hasta entonces eran provenientes
básicamente del sector ganadero se ven cumplimentados por los del sector
industrial y del turismo en algunos casos, en otros se abandonará la ganadería
para depender únicamente del industrial o del turístico.
Poco a poco está gente llegada de
fuera y la local va a ir interactuando y como resultado va a surgir una “nueva
clase social” desconocida o poco reconocida en la montaña, y esto conllevará a
un cambio perceptible en usos y costumbres de gran parte de la población,
cambio que no es exclusivo únicamente de Riaño, sino que en Riaño es más
notorio.
Podríamos hablar de una tercera
“mala suerte” para Riaño, la llegada del Parador Nacional de Turismo, más de lo
mismo, más gente foránea, y más sueldos, aunque está vez en el reparto también
llega a gentes de otros pueblos vecinos.
Aurelio Rodriguez Puerta, en su
reciente publicación Residentes y Resistentes de la Comarca de Riaño, al tocar
el tema de Riaño describe perfectamente esa imagen que proyectó Riaño tras un
siglo de cambios tan significativos, “…con
aires de capitalilla, con funcionarios de corbata, con chicas de zapato de
tacón, dependientas, hijas de banquero, de comerciante, telefonisras, que no
subían a Hormas, ni a Tendeña, un pueblo con fotógrafo, con cine los domingos…”es
esta imagen, (la soberbia y el exhibicionismo
que de ella pudiera emanar), una
de las causas, no la única, de la animadversión hacía el viejo Riaño.
NUEVO RIAÑO
Ya no existe Riaño, ahora es el
nuevo Riaño, y aún así, cuando visitas los pueblos limítrofes, sigue siendo
tema de tertulia, al menos cuando llega alguien de Riaño, ya no es tan evidente
la animadversión hacía los riañeses, quizás porqué ese cambio de usos y
costumbres que lo provocó ya esta generalizado y aceptado en el resto de la montaña,
pero también el Nuevo Riaño da que hablar.
Lo que más me sorprende de casi
todos los comentarios que estoicamente escucho, es la predisposición a comparar
el viejo pueblo con el nuevo, no lo acabo de entender, para los de Riaño no hay
comparación, ni tan siquiera conceptos comparativos, es como comparar un carro
tirado por una pareja de vacas con un tractor último modelo, ¿Cómo no
comparemos las ruedas, que coño vamos a comparar?
“Es el pueblo más feo de la
montaña”, “Para hacer eso, mejor no hubieran hecho nada”, mejor que se hubieran
ido para Boca”, son estas algunas de las expresiones más habituales que se oyen
respecto al Nuevo Riaño. Personalmente discrepo de los conceptos en los que se
basan estas opiniones. Riaño dejó de ser un pueblo, entendiendo como pueblo un
conglomerado de casas unifamiliares mayormente adosadas a las cuadras y otras dependencias con el fin de
facilitar las labores en el crudo invierno, con sus antojanos o pequeñas
huertas alrededor, todas ello sin ningún tipo de urbanicidad, con la intimidad
de cada familia. El Nuevo núcleo es todo lo contrario, con una urbanicidad
regulada por ley, nos guste más o menos. Con espacios públicos y no privados,
como los antojanos, viviendas en bloques, habitadas por gentes que aún
preservando su intimidad, se han sabido amoldar a convivir en comunidad con
educación y respeto para con sus vecinos. Cuadras en polígonos ganaderos
alejadas del centro urbano, en fin, parámetros que se asemejan más a una ciudad
que a un pueblo, una ciudad en medio del monte.
Pese al dolor por la perdida de
Riaño, de nuestras casas, de las relaciones con vecinos que ya nunca volveremos
a disfrutar, Riaño era más que un simple conglomerado de casas, Riaño también era
Hormas, Las Biescas, Tendeña, Borín, Los Doblos, El Yordas, El Gilbo, etc.,
Riaño era y es muy grande, y para los riañeses, supongo que igual que para los
de Burón, permanecer en el término Riaño o Burón, es de alguna manera “estar en
casa”, y esto, al menos para mí, es muy importante. YO AMO RIAÑO.
Miguel A. Valladares Álvarez