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20 mayo, 2013

YO SOY RIAÑO




RIAÑO

Muchos detractores tiene el nuevo Riaño, tanto o más que el viejo, antes de los derribos uno pasaba por los numerosos pueblos del entorno y oía más o menos las mismas expresiones, “son un poco chulos”, “capitalinos”, “vienen aquí y pagan el vino con billetes de 1000 pts”, “no sé que se creerán” etc. La animadversión hacía Riaño y sus gentes llegó a su punto álgido en el momento de su desaparición, cuando en alguno de los enclaves próximos se llegó a celebrar hasta su desaparición.

Riaño tuvo dos “malas suertes”, la primera fue la negativa de Burón a ser el enclave de referencia tras la desaparición de los Señoríos. El nuevo orden a partir de la Constitución de Cádiz le daba a Burón esa prebenda que no quiso asumir, probablemente como apunta Eutimio Martino, por miedo a que esta nueva situación supusiera la pérdida de derechos adquiridos como Merindad.

El caso es que tras la suspensión temporal de dicha constitución, por la vuelta a un breve periodo absolutista, con la nueva entrada en vigor de La Pepa, Burón deja de aparecer como centro comarcal, y aquí aparece la segunda “mala suerte”, Riaño, posiblemente por su posición geográfica, es la escogida para la centralización de servicios para toda la comarca. Este hecho supuso que además del establecimiento de los servicios propios del estado, registro, juzgados, etc., sea también el punto de centralización de servicios privados, bancos, etc., y con ello la llegada gente foránea preparada para llevar a cabo las tareas propias de estos servicios.

La consecuencia de todo esto es el crecimiento de Riaño, aparecen nuevos negocios, hoteles, carnicerías, tiendas de ropa, de alimentación, farmacias, etc., con los que dar servicio a los nuevos tipos de demandas. Los ingresos de la población que hasta entonces eran provenientes básicamente del sector ganadero se ven cumplimentados por los del sector industrial y del turismo en algunos casos, en otros se abandonará la ganadería para depender únicamente del industrial o del turístico.

Poco a poco está gente llegada de fuera y la local va a ir interactuando y como resultado va a surgir una “nueva clase social” desconocida o poco reconocida en la montaña, y esto conllevará a un cambio perceptible en usos y costumbres de gran parte de la población, cambio que no es exclusivo únicamente de Riaño, sino que en Riaño es más notorio.

Podríamos hablar de una tercera “mala suerte” para Riaño, la llegada del Parador Nacional de Turismo, más de lo mismo, más gente foránea, y más sueldos, aunque está vez en el reparto también llega a gentes de otros pueblos vecinos.

Aurelio Rodriguez Puerta, en su reciente publicación Residentes y Resistentes de la Comarca de Riaño, al tocar el tema de Riaño describe perfectamente esa imagen que proyectó Riaño tras un siglo de cambios tan significativos, “…con aires de capitalilla, con funcionarios de corbata, con chicas de zapato de tacón, dependientas, hijas de banquero, de comerciante, telefonisras, que no subían a Hormas, ni a Tendeña, un pueblo con fotógrafo, con cine los domingos…”es esta imagen, (la soberbia y el exhibicionismo  que de ella pudiera emanar),  una de las causas, no la única, de la animadversión hacía el viejo Riaño.


NUEVO RIAÑO

Ya no existe Riaño, ahora es el nuevo Riaño, y aún así, cuando visitas los pueblos limítrofes, sigue siendo tema de tertulia, al menos cuando llega alguien de Riaño, ya no es tan evidente la animadversión hacía los riañeses, quizás porqué ese cambio de usos y costumbres que lo provocó ya esta generalizado y aceptado en el resto de la montaña, pero también el Nuevo Riaño da que hablar.

Lo que más me sorprende de casi todos los comentarios que estoicamente escucho, es la predisposición a comparar el viejo pueblo con el nuevo, no lo acabo de entender, para los de Riaño no hay comparación, ni tan siquiera conceptos comparativos, es como comparar un carro tirado por una pareja de vacas con un tractor último modelo, ¿Cómo no comparemos las ruedas, que coño vamos a comparar?

“Es el pueblo más feo de la montaña”, “Para hacer eso, mejor no hubieran hecho nada”, mejor que se hubieran ido para Boca”, son estas algunas de las expresiones más habituales que se oyen respecto al Nuevo Riaño. Personalmente discrepo de los conceptos en los que se basan estas opiniones. Riaño dejó de ser un pueblo, entendiendo como pueblo un conglomerado de casas unifamiliares mayormente adosadas a las  cuadras y otras dependencias con el fin de facilitar las labores en el crudo invierno, con sus antojanos o pequeñas huertas alrededor, todas ello sin ningún tipo de urbanicidad, con la intimidad de cada familia. El Nuevo núcleo es todo lo contrario, con una urbanicidad regulada por ley, nos guste más o menos. Con espacios públicos y no privados, como los antojanos, viviendas en bloques, habitadas por gentes que aún preservando su intimidad, se han sabido amoldar a convivir en comunidad con educación y respeto para con sus vecinos. Cuadras en polígonos ganaderos alejadas del centro urbano, en fin, parámetros que se asemejan más a una ciudad que a un pueblo, una ciudad en medio del monte.

Pese al dolor por la perdida de Riaño, de nuestras casas, de las relaciones con vecinos que ya nunca volveremos a disfrutar, Riaño era más que un simple conglomerado de casas, Riaño también era Hormas, Las Biescas, Tendeña, Borín, Los Doblos, El Yordas, El Gilbo, etc., Riaño era y es muy grande, y para los riañeses, supongo que igual que para los de Burón, permanecer en el término Riaño o Burón, es de alguna manera “estar en casa”, y esto, al menos para mí, es muy importante. YO AMO RIAÑO.
 
Miguel A. Valladares Álvarez