LA OPINIÓN DEL LECTOR
La máquina de coser de la señora Remi.
24/01/2010. Diario de León.
Tribuna | pedro trapiello
Pedro, maestro, ¿sólo te acuerdas de la máquina de coser de la señora Remi?», me preguntaba el 8 de diciembre en esta misma página Carlos Cuenya González en un artículo que titulaba «Pedro y el pantano de Riaño» sorprendiéndose de que mi pluma «brillara por su ausencia» en los años del conflicto, allá por los ochenta, y admirándose de no haber encontrado mi firma en el libro de los antipantaneros (nadie me llamó al efecto y «a donde no me llaman, ¿qué coños me quedrán ?»), ni en el de los pantaneros (¿yo ahí?), ni en el monográfico de la revista de la Casa de León (ni me invitaron ni soy colaborador habitual como aseguras), ni en las páginas del Diario de León (en esa época no trabajaba yo en este periódico, sino en otros medios y cometidos), ni en mi libro de artículos «El chivo explicatorio» (es una antología de artículos de los años noventa, ¿miraste la colección entera de «La Crónica de León»?), y de no verme dedicar un artículo entero a favor o en contra del pantano (¿era preceptivo hacerlo?, ¿incomoda mi distancia de bandos, fregados y trincherismos?), así como de mis escasas citas a esa montaña (¿de verdad escasas?). Piensas además que «desde la aparición de la Plataforma para la recuperación del Valle de Riaño el columnista entra en escena con gran ímpetu y nos obsequia con una tanda de artículos que le muestran más preocupado por el posible vaciado del pantano de lo que le vimos por su llenado»-¦ ¿vimos?... el problema habrá sido entonces vista corta o memoria tuerta, pues creo que mi rastro escrito es profuso, mi memoria no enflaquece y, si suenan campanas o arrebatos sobre Riaño, ¡ojalá sólo me acordara de la máquina de coser de la señora Remi!, querido amigo, ojalá, porque invocando el nombre de Riaño un tropel de recuerdos me puebla la melancolía, la ira y la tristeza empezando por la injusta y salvaje pérdida de unos lugares que había hecho míos con largo recuento de emociones personales y enamoradas, vivencias juveniles grapadas a esas montañas, esos pueblos, esos ríos. Después pasa mi recuerdo por la vieja certeza de aquellas gentes de tener que abandonar un día el valle, según me confesaban hechos a la idea. Pasa por las cobardías de un pueblo agachado que callaba o consentía incluso muerto Franco. Pasa por las componendas entre partidos después y por la traición del gobierno socialista con sus simpatizantes que poco antes cacarearon subiéndose a la antipantanitis. Son recuerdos de garrotas y antidisturbios, de trampeos y cacicadas, de brindis al sol y a la galería, de traiciones a la sombra del cobrar, de intereses, posturas y posturitas, fotos, lágrimas y lagrimones, políticos al salto, ingenieros al asalto, la grosera e insultante demolición confederativa de toda piedra y vestigio, la porra del poder, los plañidos estériles, las marchas fúnebres y la edición de recordatorios-¦ o la erección de otro santuario votivo a la derrota (ya que no se ganan, aquí las batallas perdidas se celebran).
En fin, recuerdo que fue en 1972 la primera vez que publiqué un reportaje sobre el conflictivo embalse; entonces sí trabajaba en este periódico y en él pude dar cuenta de la primera contestación vecinal -“ordenadita en corrillo y achantando- contra las estimaciones económicas de la expropiación, nunca contra el embalse, jamás vi tal entonces-¦ recuerdo que dos años después me puso Emilio Romero a dirigir la edición leonesa del diario Pueblo ; publiqué dos reportajes de doble página sobre el drama riañés en la edición nacional, así como numerosas informaciones sobre Riaño entre los años 1974-77 (ojea la colección de este diario).
Con este empeño informativo contribuiría seguramente en algo a que se aceptaran nuevas y más justas indemnizaciones (con su trágala de picarescas y trampeos tolerados por Madrid, pues se pagaron morteradas por bufetes de abogados que no existían, oficios que se inventaban, vacas que se multiplicaban, saturado censo de sastras y hasta Fournier pillando cacho por dejar de vender barajas), así que no me escandaliza. como afirmas, que la señora Remi se convirtiera en modista por la ciencia infusa de Confederación, bien al contrario, ya que sin duda le alivió en algo la angustia del traslado-¦ recuerdo que también por entonces trabajaba yo en Radio Popular de León en informativos y en un programa propio y en su fonoteca encontrarás las numerosísimas intervenciones, entrevistas y programas que realicé sobre este embalse y sus secuelas entre los años 1973-83; de hecho, en ningún otro medio leonés como en esta emisora logró voz y apoyo todo el colectivo que se oponía al cierre del pantano (incluido aquel geólogo profeta de esta universidad que nos aseguraba que si se llenaba el pantano, el agua se filtraría y acabaría saliendo por los valles de Prioro a causa de no sé qué pizarras bituminosas; supongo que después le darían cátedra por verdades como esta)-¦ recuerdo que no me suponía riesgos ni valentías el dar cuartel a las voces contrarias a un embalse oficialista (voces no exentas tantas veces de victimismo, tremendismo y mucha literatura) pero ya tenía el culo pelado con los tres severos procesos judiciales que sufrí en el franquismo, incluido un expediente de destierro que quiso promoverme un gobernador civil que tenía todo el perfil de un chuloputas-¦ recuerdo haber trabajado con el cura-director Aradillas en otro reportaje valiente que se publicó en El Imparcial de Madrid-¦ recuerdo que a finales de los setenta fundamos el semanario Ceranda y, como éramos unos benditos rojeras, a ciencia cierta fueron también frecuentes en él las informaciones y editoriales sobre el tema-¦ recuerdo que un año después fundamos el diario La Tarde Radical del País Leonés y también en su exigua colección quedó retratado el conflicto y la voz de los antipantaneros-¦ recuerdo que siendo director de la revista Tribuna Leonesa , en los ochenta, el primer número lo dedicamos a «Riaño se hunde» con un exhaustivo reportaje de denuncia-¦ y recuerdo, en fin, que no me es ajena esa montaña en mi currículo editorial (varias publicaciones sobre la zona, un libro de paseos naturalistas y uno de esos librotes de mucho cuché y foto que titulé Picos de Europa en la Montaña de Riaño )-¦ tampoco eludí lógicamente el asunto en la serie de videos Los ríos de León que tan amplia difusión logró, de manera que casi voy a suponerme una de las plumas leonesas que más ha tenido que escribir, mal que me pese, sobre Riaño y su circunstancia. Sin embargo, y creyendo haberme comportado con nobleza informativa, he de confesar aquí que mi profesionalidad quedó muy en entredicho porque jamás di voz, palmas, letra o espacio a los que llamas pantaneros, así que no fui imparcial; ellos sí pueden reñirme.
Por lo demás, no te confunda mi postura, como dices; la he expresado en todo momento con claridad meridiana y, por refrescarla, la resumo: El embalse proyectado por el gobierno socialista de Indalecio Prieto en la República lo ejecutó Franco desproporcionándolo y manu militari como acostumbraba; el mazazo psicológico para los desalojados fue tremendo y lo conozco por el trozo de mi familia que salió del embalse del Luna con carros y enseres, aunque adelantando el abandono forzoso al que condenaría a muchísimos la vida moribunda de no pocos pueblos leoneses, así que la despoblación del lugar no se debió tanto al embalse como al hecho de toda una montaña que se despoblaba igualmente sin tener la suerte de un pantano que les financiara la salida y les reacomodara; las dilaciones de ejecución permitieron situaciones muy ventajosas a los afectados, pues durante muchos años se toleró el chollo de seguir explotando lo que ya no era suyo sin pagar un chavo de impuestos y creando nuevas situaciones a indemnizar (a rey ladrón, vasallo que imita); fue sin duda el embalse más caro de España de la época-¦ las protestas estuvieron sustentadas, más que entre los lugareños mayoritariamente callados, conformados o ausentes, en gentes llegadas de fuera. Unos venían con la sensibilidad sincera, comprometida y dolida de quien no puede esconder su voz cuando gratuitamente «se mata un ruiseñor o se rompe un paisaje» y de aquella manera tan bruta-¦ y otros estuvieron encantados con plantear tímidamente un Lemóniz cazurro algo gachi exhibiendo un crimen tremendo que convocara al balbuceante ecologismo de entonces y escenificara un recurrente antifranquismo siempre oportuno (nada más franquista que un pantano), de manera que todo el que se sintiera progresista, comprometido con la naturaleza, honrado o contestatario tendría que comulgar en la pascua florida riañesa (hasta un Tamames muy comunista vino a echar su mitin y a rascar papeleta), aunque después la peña aquella ignorara o no atendiera a la cadena de crímenes medioambientales que han venido y vienen perpetrándose en esta tierra sin su ardorosa oposición o defensa (quizá es que no tienen tejados para subirse y fotógrafos cerca) -¦
Visto lo cual y ejecutada ya la presa, el dique panzón, ¿qué hacer?... ¿tú qué hubieras hecho?... ¿demoler y dilapidar la inversión?... ¿construir después una presa de menor cota, como sugieres, y decretar el retorno de la gente a parte de los pueblos devolviendo lo que cobraron?... ¿hubieran consentido esto los propios afectados?... no te lo habrían perdonado, para aquellas gentes el remedio hubiera sido más traumático que la enfermedad-¦ Así las cosas, la situación heredada tenía bastante de irreversible y se planteaba al fin y al cabo un solo dilema: llenar el valle de agua creando un lago artificial (aunque lago al fin) o llenarlo de hombres blancos que olvidarían las tareas tradicionales que dibujaron aquel paisaje para ensayar nuevas explotaciones del lugar y turismos de alto impacto en las mismísimas puertas de un privilegio, ese santuario natural de mampodres, sajambres y valdeones tan acosados y agredidos ya-¦ si tienes consideraciones ecologistas o medio sensatas, la primera opción no es la peor: agüita-¦ así que, resignadamente y en aras a una discutible (pero cierta) utilidad pública, hubo de aceptarse fatalmente el «hágase un lago, un maldito lago bendito».
Pero faltaba la última aberración del paternalismo franquista y trapichero, la innecesaria construcción del Nuevo Riaño que se llevó a cabo ya muerto y bien enterrado Franco. Ese otro faraonismo impidió que la fabulosa inversión se destinara a potenciar los pueblos estrangulados de las cabeceras del embalse, que era lo lógico, lo exigible y natural (pueblos que sabes bien cómo lamentaron que el pantano nos les hubiera tocado también a ellos con la lotería que sus vecinos afectados y «destrozados» les pasaban ufanos por los morros cada vez que se encontraban en bares o cruces). Que asegures por demás que el nuevo Riaño «es lo único decente de todo el proceso» me deja perplejo, me escandaliza y hasta podría delatar algún acomodo o parte en los intereses escondidos o siniestros de los que inventaron ese pueblo artificial para chupar del nuevo negocio, del cargo, del puesto funcionarial, de la sucursal o de la inmobiliaria-¦ sabes perfectamente que nuestras leyes impedirían hoy el delirio agresivo y el hostión de ese núcleo urbano-¦ y, por favor, apéate de esa posición que puede parecer patrimonialista, paleta o fachorra al considerar el agua de Riaño propiedad de los leoneses o su prioridad; ese agua, toda agua, es de todos; recuerda este dogma sagrado; y la del Esla la exigen y la necesitan de aquí a Oporto.
Veo, además, que no has respondido a una sola de las numerosas preguntas y augurios inquietantes de las columnas que brindaron tu respuesta. No me extraña-¦ pero podrías responderme tan sólo a una: ¿quién crees que pagaría el fabuloso disparate de reconstruir todo el valle y los pueblos anegados?... pues ¡viva la Plataforma de Recuperación!, su sanedrín, su furor cívico y sus calderitos «para que no se olvide lo que pasó una vez y no vuelva a ocurrir», decías (quizá es que no te han dicho todavía que Franco ha muerto y que pantanos como este serían hoy inconcebibles)-¦ total, que me apena que algunos necesiten seguir subiéndose a aquellos campanarios o vestirse de disco repetido en la obsoleta sastrería riañesa para pillar otro titular o medalla dejando desnudos, sin embargo, tantos otros delitos y arrasamientos hoy impunes por no tener nombre ni focos-¦ como también me desconcierta, ya que lo proclamas, el rotundo clamor contra la línea Sama-Velilla que monta su legítimo escándalo por un tendido eléctrico agresivo e hiriente, pero calla cómplice, ignorante o vergonzantemente ante la construcción ya próxima de un teleférico en Vegacervera, un carísimo catapún de mil leches que es también un aparatoso tendido aberrante, impactante, espantoso y delirante (ah, pero su alcalde ha firmado contra el tendido a Velilla y firmaría el tío todo lo que haya que firmar). Veo tantas similitudes entre este asunto y Riaño, que me desconsuelo yo solito. Al final, la hipócrita actitud de nuestros partidos políticos, sus corifeos y sus dobles barajas harán que se quede todo en procesiones domésticas y estériles y en solemnes manifiestos que suscriben « ¡doscientos intelectuales! y siete mil firmas más », como se tituló sin pudor alguno esta gran noticia... distinguiendo.
Y en cuanto a esas cuentas pendientes y kilometrajes que moralmente te debe la construcción del embalse, como aseguras, adelante con tus derechos y los faroles, porque, visto lo visto, seguro que colaría tu minuta, pero te recuerdo que no serán las eléctricas quienes te lo paguen, sino la caja del común, tus conciudadanos (¿quién crees que pagó el fallido Lemóniz?: el recibo de la luz), porque en todos estos líos quien sale siempre ganando son unos monopolios eléctricos encantados de que se metan palos en las ruedas de sus ínfulas y proyectos, ya que cobrarán después a precio de cojón de mico las demoras, los perjuicios y las revisiones presupuestarias del Gran Capitán. Es más, ¿quién podría negar que en ocasiones no sean las propias empresas adjudicatarias las que andan liando el contubernio? En fin, que cada vez entiendo menos, créeme. Por entonces, lo decente y ecológico para negar aquel embalse faraónico fue exigir una alternativa de microembalses (lo suscribí de mil amores, aplaudí con la orejas y ten por seguro que pasado mañana serán obligatorios en cada cabecera fluvial para que al menos podamos tirar de la cadena aliviando tanta mierda y pedregal seco, pero hoy los califican de delito sus viejos entusiastas y me llamarían pantanero) o desarrollar energías alternativas como la eólica o solar (había que apostar por ellas, lo firmé y ahora son malditas, odiosas, agresivas y chollo para los de siempre). Me confunde tanto baile.
En fin, historias como la de Riaño me han ido arrojando a un recelado escepticismo que espero no sea el prólogo de un cinismo que deje tuerta mi pluma, ese cinismo general y demoledor que campa por estas tierras y que tiene el premio o el sueldo que cada bando le venga dando. Esta demolición social y moral es lo que me preocupa-¦ y demasiadas veces me deprime.
Por cierto, si no fuera por el caudal que regula este embalse, el río Esla llegaría hoy, cada mes de agosto, moribundo o podrido a Mansilla de las Mulas; y mañana, muertito del todo de ahí para abajo-¦ y esto en algo me consuela.