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04 enero, 2012

UNA REFLEXIÓN MÁS SOBRE LA CRISIS

No deja de ser curioso que después de todo lo que ha llovido, y lo que queda por llover, haya que dar las gracias a los mercados financieros.

Decía Lula, expresidente brasileño, en un reciente mitín del PSOE en Madrid, en plena crisis de la deuda europea que era una crisis política y sólo con la política se solucionaría. ¡Una mierda! fue la primera expresión que me vino a la cabeza en cuanto lo ví en la prensa. Es posible, seguro, que todo esto es causado por los políticos, pero que sean ellos mismos los que lo resuelvan, ¡una mierda!. Pero bueno, en el fondo este tipo de cosas se dicen en los mítines, que en este país son lugares en donde se van a contar mentiras, tralará.

Lo cierto es que son los mercados financieros los que han acabado con décadas de gobiernos corruptos en Grecia. Los mismos que han descubierto las miserias de la banca. Son los mercados los que han echado a Berlusconi en Italia. Son los mercados los que han conseguido una reforma constitucional en este país, políticamente prehistórico, que ha puesto freno a unos políticos que gastan y despifarran más de lo que ingresan, y con más casos de corrupción en los tribunales que la suma de senadores y dipudados juntos. Han sido los mercados los que han obligado a los políticos a encaminar una unión fiscal en Europa.

En definitiva han sido los mercados los que han conseguido lo que miles de personas en plazas y calles en Grecia, Italia, España, Portugal y otros muchos lugares del mundo no han conseguido y que además de no haberlo conseguido, han recibido todo tipo de insultos, aberraciones, porrazos, pelotazos, detenciones, privaciones de derechos fundamentales, etc.

Y quien sabe, por ir un poco más allá, si no tienen algo de razón los mercados cuando han conseguido que seamos casi todos los que tengamos que pagar el precio de la operación, porque a la postre son nuestros votos los responsables subsidiarios de las políticas de nuestros políticos.

Quien sabe si en un futuro inmediato, nuestras demandas en vez de efectuarlas en calles y plazas no habrá que ir a hacerlas al jardín de Soros y compañía.

Miguel A. Valladares