Pistas forestales, canteras, concentraciones parcelarias y otros intereses económicos están terminando con estos antiquísimos viales, según Siro Sanz y Eutimio Martino.
10/06/2010 e. gancedo | leónHasta finales del siglo XX, los muchos tramos de calzada romana que existían en los valles de la Montaña Oriental Leonesa se habían conservado de manera casi intacta, ya que, además de estar tallados sobre la roca viva, eran pasos usados de forma habitual por los vecinos, siendo en algunos casos los únicos viales que permitían acceder a determinados pueblos o parajes.
Sin embargo, en estos momentos atraviesan un serio peligro de desaparición «a causa de pistas forestales, canteras, concentraciones parcelarias y otros intereses económicos que las abocan a la extinción», explica el historiador montañés Siro Sanz García. Y así, más del 30% de los caminos inventariados en los últimos diez años por el padre Eutimio Martino y por el mismo Sanz ya ha desaparecido, sobre todo por las pistas forestales, «que proliferan en la Montaña Oriental de una forma alarmante», añade.
Un ejemplo de estas frecuentes destrucciones puede verse en la denuncia que a través de la Revista Comarcal de Riaño han efectuado Martino y Sanz sobre el destrozo de un tramo de la calzada del Esla entre Las Salas y Remolina. «El camino ha sufrido gravísimos desperfectos por las obras que a finales del verano pasado utilizaron la caja del camino para albergar la tubería destinada a traer agua de Remolina a Las Salas -"recuerda Sanz-". Se da la circunstancia de que la lápida cántabra, recientemente recobrada, de Vadone, y la de Tridio Alonge, aparecieron en el pago de San Roque, al cual se dirige la calzada antes de remontar hacia Remolina y Riaño, y muy cerca también del histórico Vado de Llaso, certificando así la antigüedad del camino en 1.800 años como mínimo».
La vía del turismo y la Historia. Estos dos expertos mantienen que, en concreto, esa vía del Esla debería vertebrar el turismo en esta parte de la montaña leonesa, especialmente como camino alternativo a Santiago (la llamada «ruta Vadiniense» que luego entroncará con el Camino Francés en Mansilla). Y es que Sanz incide no sólo en la enorme cantidad y variedad de restos romanos en el Alto Esla sino también en la abundantísima documentación histórica que se dispone sobre ellos. «Vemos caminos empedrados que entran por los valles más recónditos de Peñacorada, notables son los que se intuyen por Ambosa y clarísimo el que entra a Campo el Arca por el Sur. Magnífico el que se dirige por Aguadéu a Santo Tomé de Peñacorada. No olvidamos los restos ciclópeos del que comunicaba Valmartino, Quintana de la Peña, Robledo, Monasterio de San Guillermo y la Mata de Monteagudo». También que, «en el año 973, al tramo de la calzada del Esla que entra a Sajambre se la denomina vía Saliamica . Entre Aleje y Verdiago tenemos documento del siglo X que llama carraria a la que sube de Aleje al Pando, sobre el castro de Verdiago y que por la vega enlaza con la carraria antiqua que no es otra que la del Esla. Corniero exhibe en el siglo X carraria antiqua, seguramente la que hoy vemos en Primajas, y el documento de Sisnando en el siglo IX nombra la Intercisa en Villayandre. Es el grandioso tajo en la peña que da paso a la calzada en su entrada al famoso Pajar del Diablo ».
Sin embargo, en estos momentos atraviesan un serio peligro de desaparición «a causa de pistas forestales, canteras, concentraciones parcelarias y otros intereses económicos que las abocan a la extinción», explica el historiador montañés Siro Sanz García. Y así, más del 30% de los caminos inventariados en los últimos diez años por el padre Eutimio Martino y por el mismo Sanz ya ha desaparecido, sobre todo por las pistas forestales, «que proliferan en la Montaña Oriental de una forma alarmante», añade.
Un ejemplo de estas frecuentes destrucciones puede verse en la denuncia que a través de la Revista Comarcal de Riaño han efectuado Martino y Sanz sobre el destrozo de un tramo de la calzada del Esla entre Las Salas y Remolina. «El camino ha sufrido gravísimos desperfectos por las obras que a finales del verano pasado utilizaron la caja del camino para albergar la tubería destinada a traer agua de Remolina a Las Salas -"recuerda Sanz-". Se da la circunstancia de que la lápida cántabra, recientemente recobrada, de Vadone, y la de Tridio Alonge, aparecieron en el pago de San Roque, al cual se dirige la calzada antes de remontar hacia Remolina y Riaño, y muy cerca también del histórico Vado de Llaso, certificando así la antigüedad del camino en 1.800 años como mínimo».
La vía del turismo y la Historia. Estos dos expertos mantienen que, en concreto, esa vía del Esla debería vertebrar el turismo en esta parte de la montaña leonesa, especialmente como camino alternativo a Santiago (la llamada «ruta Vadiniense» que luego entroncará con el Camino Francés en Mansilla). Y es que Sanz incide no sólo en la enorme cantidad y variedad de restos romanos en el Alto Esla sino también en la abundantísima documentación histórica que se dispone sobre ellos. «Vemos caminos empedrados que entran por los valles más recónditos de Peñacorada, notables son los que se intuyen por Ambosa y clarísimo el que entra a Campo el Arca por el Sur. Magnífico el que se dirige por Aguadéu a Santo Tomé de Peñacorada. No olvidamos los restos ciclópeos del que comunicaba Valmartino, Quintana de la Peña, Robledo, Monasterio de San Guillermo y la Mata de Monteagudo». También que, «en el año 973, al tramo de la calzada del Esla que entra a Sajambre se la denomina vía Saliamica . Entre Aleje y Verdiago tenemos documento del siglo X que llama carraria a la que sube de Aleje al Pando, sobre el castro de Verdiago y que por la vega enlaza con la carraria antiqua que no es otra que la del Esla. Corniero exhibe en el siglo X carraria antiqua, seguramente la que hoy vemos en Primajas, y el documento de Sisnando en el siglo IX nombra la Intercisa en Villayandre. Es el grandioso tajo en la peña que da paso a la calzada en su entrada al famoso Pajar del Diablo ».