14/10/2009
Opinión | JOSÉ MARÍA CAMPOS. Diario de León.
A la montaña oriental leonesa solo le falta «el mar» ya que las malas noticias le llegan como las olas, unas detrás de otras. Todo empezó con el pantano de Riaño que fue la primera de las olas. La siguiente ola fue la aniquilación paulatina de unos mil empleos de la minería, le ha seguido el progresivo extermino de la ganadería, la promesa de la reindustrialización que nunca llega, la estación de esquí de San Glorio y un sin fin de olas que están dejando un panorama esperpéntico. Ahora nos anuncian una nueva ola: la supresión de carteros. A todo esto hay que unir los dos tsunamis que se están aproximando a la montaña oriental leonesa, uno que viene desde Valladolid, las directrices de ordenación del territorio (DOT) y el otro que viene desde Asturias, la línea de alta tensión Sama-Velilla.
Pero para llegar a estos resultados es necesario que se cumplan antes unas premisas. La primera, buscar un chivo expiatorio y en la política de esta montaña y esta provincia lo que sobran son chivos, chivas y chivatos. Lo segundo, reducir la población pensante y «revolucionaria» y lo tercero, lograr la sumisión perpetua. Tres premisas que los políticos han logrado instalar en esta montaña. Desde que a algunos se les ocurrió la nefasta idea de aniquilar el empleo de la minería sin antes tener una alternativa, se ha oído a los políticos de aquí, de León, de Valladolid y de Madrid decir constantemente que hay que hacer políticas para evitar la despoblación. Curiosamente cada medida, acuerdo, decreto o ley que ponen en marcha produce el efecto contrario, y es sencillamente porque aplican los mismos parámetros para las zonas urbanas que rurales. Y este es el caso de los carteros. Si se pretende mantener al menos la población de los núcleos rurales, se debe mantener el empleo existente y no me hablen ustedes de baremos ni estadísticas que así yo no les hablaré de los «millonarios sueldos» que algunos ganan para poner en marcha políticas que está aniquilando el mundo rural. Creo que se equivocan a la hora de hacer recortes, no por los recortes en sí, sino por donde los aplican. Y el caso es muy curioso dado que uno de los chivos expiatorios es un ex sindicalista que dio tanta guerra a Correos que fue famoso por actos como quedarse en calzoncillos reclamando que la oficina de correos donde trabajaba tuviesen la temperatura ideal o introducir un burro en una de las oficinas de correos en Asturias. Todo un ejemplo el sindicalismo, perdón, ex sindicalismo.
Lo triste de todo esto es que los despropósitos de unos y otros los van a pagar los ciudadanos. La ley postal dice que el correo debe llegar en el día o al menos cinco días a la semana incluso en zonas alejadas y poco pobladas. Pues hagan ustedes eso, que no se les pide más y déjensen de calzoncillos y burros, que está el panorama más para recortar arriba que abajo.
Pero para llegar a estos resultados es necesario que se cumplan antes unas premisas. La primera, buscar un chivo expiatorio y en la política de esta montaña y esta provincia lo que sobran son chivos, chivas y chivatos. Lo segundo, reducir la población pensante y «revolucionaria» y lo tercero, lograr la sumisión perpetua. Tres premisas que los políticos han logrado instalar en esta montaña. Desde que a algunos se les ocurrió la nefasta idea de aniquilar el empleo de la minería sin antes tener una alternativa, se ha oído a los políticos de aquí, de León, de Valladolid y de Madrid decir constantemente que hay que hacer políticas para evitar la despoblación. Curiosamente cada medida, acuerdo, decreto o ley que ponen en marcha produce el efecto contrario, y es sencillamente porque aplican los mismos parámetros para las zonas urbanas que rurales. Y este es el caso de los carteros. Si se pretende mantener al menos la población de los núcleos rurales, se debe mantener el empleo existente y no me hablen ustedes de baremos ni estadísticas que así yo no les hablaré de los «millonarios sueldos» que algunos ganan para poner en marcha políticas que está aniquilando el mundo rural. Creo que se equivocan a la hora de hacer recortes, no por los recortes en sí, sino por donde los aplican. Y el caso es muy curioso dado que uno de los chivos expiatorios es un ex sindicalista que dio tanta guerra a Correos que fue famoso por actos como quedarse en calzoncillos reclamando que la oficina de correos donde trabajaba tuviesen la temperatura ideal o introducir un burro en una de las oficinas de correos en Asturias. Todo un ejemplo el sindicalismo, perdón, ex sindicalismo.
Lo triste de todo esto es que los despropósitos de unos y otros los van a pagar los ciudadanos. La ley postal dice que el correo debe llegar en el día o al menos cinco días a la semana incluso en zonas alejadas y poco pobladas. Pues hagan ustedes eso, que no se les pide más y déjensen de calzoncillos y burros, que está el panorama más para recortar arriba que abajo.
1 comentario:
Ni una, ni dos, ni tres, como sigamos con la retahíla del nacionalismo rancio, y desaprovechando proyectos de futuro como la estación de esquí de San Glorio, y digo bien desaprovechando, por que una ínfima minoría Lionesista se regocija con los palos en las ruedas que hasta ahora han ido insertando en el proyecto de futuro de la montaña Leonesa, como extremistas que son únicamente ansían una desertización demográfica en nuestro pueblos, así de esta manera, caciquear a su gusto sin espectadores que les reprochen su cobardía.
Dentro de cuatro días ya no vendrá ni el cartero, ni la luz, ni el agua. Por una vida digna dentro de nuestras raíces SI A SAN GLORIO, y SI a muchos proyectos que vendrán de la mano de este.
Saludos cordiales,
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