Carta abierta a Javier Moreno, director de El País
Por Juán Gómez-Jurado | 25 de julio de 2011, 10:05
Estimado Javier,
Me llamo Juan Gómez-Jurado, soy escritor y periodista. Hasta hoy también era suscriptor de tu periódico.
No es una decisión que me haya gustado tomar. Estoy suscrito a otros tres diarios nacionales. Cada mañana practico el ritual de abrirlos sobre la encimera de la cocina y comparar la manera de presentar las noticias mientras las tostadas se van haciendo y la cafetera se pone en marcha. Es algo que me enseñó mi profesor de Redacción, en la primera clase de mi primer día en la facultad. Lo que entonces era un ejercicio obligatorio se convirtió con el tiempo en una parte de mi, tan necesaria como comer y respirar.
Aunque la literatura me ha llevado por caminos alejados del periodismo de calle, llevo en esta profesión dieciséis años. Conozco sus miserias y sus servidumbres. He acampado en las calles y he visto pasar bolsas de cadáveres. He hecho muchas preguntas que no quería hacer, y me he callado muchas otras que me hubiera gustado lanzar. He cometido muchos errores y he tenido algunos aciertos. Cuando me convertí en columnista y comencé a poner la primera persona del singular en mi trabajo, todo fue aún más difícil. También he visto cómo artículos redactados durante horas, buscando el término justo y preciso, eran arrojados a la papelera por ir contra la línea editorial del diario en el que estaba.
Se bien que vivimos en un mundo imperfecto.
Sin embargo siempre he querido formar parte de él. Tengo 33 años, pero ya he cumplido dos terceras partes del sueño que, aún niño, tenía la primera vez que me gasté 330 pesetas en comprar El Mundo, ABC y El País, queriendo escribir en cada uno de ellos. Hoy debo decir que la tercera parte de ese sueño se ha caído de entre mis ilusiones.
Nunca pensé que vería el día en que me avergonzaría de tener en la mano este periódico, pero hoy ha ocurrido. No entiendo cómo, pero por alguna razón tu criterio periodístico ha considerado más importante la bajada de población en España, y el turismo de sol y playa (por citar dos de las informaciones más pequeñas que hoy habéis llevado a portada) que la manifestación que ayer congregó a miles de personas en el centro de la capital, venidos desde todos los puntos del Estado, para decir que las cosas no están funcionando.
Podría hablarte de cuál es el espíritu detrás del 15M, podría decirte lo cansados que están los españoles de los políticos y de quienes mueven por encima de ellos los hilos del poder. Podría hablarte del hartazgo de incompetencia y despilfarro. De la brecha entre pobres y ricos que día a día se ahonda. De la peste que desprende el cadáver de los corruptos, que contamina los escasos vientos de inocencia y felicidad que soplan en España. Podría decirte que, estés o no de acuerdo con los indignados, ayer no hubo una noticia más importante en nuestro país que el hecho de que la gente respira cambio, pide cambio, exige cambio y camina por el cambio. La misma noticia que estaba ausente de tu portada.
Podría hablarte de todo ello, pero sería inútil, porque todo eso ya lo sabes.
O tal vez no. He intentando preguntártelo en tu cuenta de Twitter, pero no contestas nunca. Es una cuenta de sólo ida, al parecer. Durante el último mes sólo has respondido un tuit, y era de Javier Solana. Curiosamente, alguien poderoso fue el único digno de tu atención.
Me duele aún más tener que escribir esto, porque tu diario siempre se ha portado bien con mi carrera literaria. Porque tengo muchos amigos en Miguel Yuste. Porque durante mucho tiempo admiré esa cabecera. Porque lamento cómo cada día los medios se quejan más de cómo pierden audiencia en detrimento de los blogs e internet.
Me duele pero hoy has hecho más pequeños mis sueños, y tenía que decírtelo.
Un fuerte abrazo,
Juan Gómez-Jurado
Por Juán Gómez-Jurado | 25 de julio de 2011, 10:05
Estimado Javier,
Me llamo Juan Gómez-Jurado, soy escritor y periodista. Hasta hoy también era suscriptor de tu periódico.
No es una decisión que me haya gustado tomar. Estoy suscrito a otros tres diarios nacionales. Cada mañana practico el ritual de abrirlos sobre la encimera de la cocina y comparar la manera de presentar las noticias mientras las tostadas se van haciendo y la cafetera se pone en marcha. Es algo que me enseñó mi profesor de Redacción, en la primera clase de mi primer día en la facultad. Lo que entonces era un ejercicio obligatorio se convirtió con el tiempo en una parte de mi, tan necesaria como comer y respirar.
Aunque la literatura me ha llevado por caminos alejados del periodismo de calle, llevo en esta profesión dieciséis años. Conozco sus miserias y sus servidumbres. He acampado en las calles y he visto pasar bolsas de cadáveres. He hecho muchas preguntas que no quería hacer, y me he callado muchas otras que me hubiera gustado lanzar. He cometido muchos errores y he tenido algunos aciertos. Cuando me convertí en columnista y comencé a poner la primera persona del singular en mi trabajo, todo fue aún más difícil. También he visto cómo artículos redactados durante horas, buscando el término justo y preciso, eran arrojados a la papelera por ir contra la línea editorial del diario en el que estaba.
Se bien que vivimos en un mundo imperfecto.
Sin embargo siempre he querido formar parte de él. Tengo 33 años, pero ya he cumplido dos terceras partes del sueño que, aún niño, tenía la primera vez que me gasté 330 pesetas en comprar El Mundo, ABC y El País, queriendo escribir en cada uno de ellos. Hoy debo decir que la tercera parte de ese sueño se ha caído de entre mis ilusiones.
Nunca pensé que vería el día en que me avergonzaría de tener en la mano este periódico, pero hoy ha ocurrido. No entiendo cómo, pero por alguna razón tu criterio periodístico ha considerado más importante la bajada de población en España, y el turismo de sol y playa (por citar dos de las informaciones más pequeñas que hoy habéis llevado a portada) que la manifestación que ayer congregó a miles de personas en el centro de la capital, venidos desde todos los puntos del Estado, para decir que las cosas no están funcionando.
Podría hablarte de cuál es el espíritu detrás del 15M, podría decirte lo cansados que están los españoles de los políticos y de quienes mueven por encima de ellos los hilos del poder. Podría hablarte del hartazgo de incompetencia y despilfarro. De la brecha entre pobres y ricos que día a día se ahonda. De la peste que desprende el cadáver de los corruptos, que contamina los escasos vientos de inocencia y felicidad que soplan en España. Podría decirte que, estés o no de acuerdo con los indignados, ayer no hubo una noticia más importante en nuestro país que el hecho de que la gente respira cambio, pide cambio, exige cambio y camina por el cambio. La misma noticia que estaba ausente de tu portada.
Podría hablarte de todo ello, pero sería inútil, porque todo eso ya lo sabes.
O tal vez no. He intentando preguntártelo en tu cuenta de Twitter, pero no contestas nunca. Es una cuenta de sólo ida, al parecer. Durante el último mes sólo has respondido un tuit, y era de Javier Solana. Curiosamente, alguien poderoso fue el único digno de tu atención.
Me duele aún más tener que escribir esto, porque tu diario siempre se ha portado bien con mi carrera literaria. Porque tengo muchos amigos en Miguel Yuste. Porque durante mucho tiempo admiré esa cabecera. Porque lamento cómo cada día los medios se quejan más de cómo pierden audiencia en detrimento de los blogs e internet.
Me duele pero hoy has hecho más pequeños mis sueños, y tenía que decírtelo.
Un fuerte abrazo,
Juan Gómez-Jurado
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