Si se acabara con la economía sumergida, que supone el 30% del total, en dos años se atajaría el déficit fiscal | El Gobierno presiona a una sociedad habituada a evadir
Internacional | 25/09/2011 - 00:00h
Gemma Saura | Atenas .Enviada especial
Las islas griegas han recibido este verano a unos curiosos visitantes, sin toalla ni crema bronceadora: los inspectores fiscales. Han abordado yates, han pedido los libros de cuentas, han mirado con lupa los recibos, han contado camas y piscinas. Sólo en la isla de Mikonos, han detectado irregularidades en 103 de las 140 empresas inspeccionadas.
Con la pistola de sus prestamistas en la nuca, el Gobierno griego por fin ha tomado cartas en el asunto de la evasión fiscal, una lacra social muy enraizada y con un coste económico ya del todo inasumible con el país al borde de la bancarrota. Con la economía sumergida valorada en el 30% de la actividad económica, se calcula que las arcas del Estado dejan de ingresar cada año 20.000 millones de euros, más del 8% del PIB y suficientes para atajar el déficit fiscal en dos años.
Es más, la evasión ha aumentado en el último año con la crisis a medida que el Gobierno ha ido subiendo los impuestos precisamente para paliar los números rojos. Una hemorragia a borbotones en plena transfusión.
"Este es un país con gente muy rica, que tiene barcos, chalets, pero no paga impuestos –dice el prestigioso economista Yanis Stournaras–. Más de la mitad de profesionales, ni un solo euro. Hasta ahora la exención fiscal estaba en 12.000 euros y, como por arte de magia, miles de médicos y abogados declaran ingresos anuales de 11.999. ¡Aunque vivan en barrios donde el metro cuadrado se vende a 6.000 euros!", Las cifras hablan por sí solas: cada año se presentan cuatro millones de declaraciones; la mitad quedan exentas de pago. Entre las nuevas medidas anunciadas esta semana por el Gobierno está rebajar el límite de exención fiscal a 6.000 euros, muy discutida porque supone también un golpe a las rentas más bajas.
¿Por qué no pagan impuestos los griegos? Hay explicaciones para todos los gustos. Algunos sociólogos se remontan al pasado otomano, decenios y decenios en los que no pagar tributos era una forma de resistencia al ocupante extranjero. "Se trata de una larga tradición en la que el ciudadano cree que el Estado es el enemigo", señala Loukas Tsoukalis, profesor de Integración Europea en la Universidad de Atenas.
"No creo que sea una particularidad griega; bajo nuestras mismas circunstancias, los suecos tampoco pagarían", dice Mitsos, que no quiere dar su nombre real. Trabaja en un negocio familiar, una escuela de refuerzo extraescolar (muy populares en Grecia y una evidencia del fracaso de la escuela pública) donde gran parte del dinero que se cobra de los alumnos es en negro. "Si hubiéramos pagado todos los impuestos nunca hubiéramos sobrevivido como empresa", dice este hombre de clase media. Recuerda lo fácil que siempre ha sido evadir: "El inspector es el primero que te amenaza con buscarte un problema si no lo arreglas privadamente con él".
La cultura del fakelaki (el sobrecito que se paga por debajo de la mesa) se ha agravado con la crisis. Según Transparencia Internacional, en el 2010 los griegos pagaron 1.492 euros de media en sobornos, un 10% más que en el 2009. Las oficinas de impuestos locales y los hospitales son los lugares donde se paga más.
La corrupción del Estado es parte del problema –por eso el Gobierno esta vez ha mandado a las islas a una unidad especial de Atenas y no a los viejos inspectores locales–, que actúa a la vez como coartada moral para los evasores. "Es una gran hipocresía. Los mismos que dicen que no confían en el Estado quieren usar las carreteras, los hospitales, las escuelas, la policía... pero sin pagar su precio", dice Stournaras.
Junto a la incapacidad y corrupción administrativa, el profesor Tsoukalis cree que aun más importante es la propia estructura de la economía. "Grecia tiene el mayor porcentaje en la OCDE de autoempleados, es un tejido de pequeñas empresas familiares para las cuales es mucho más fácil evadir impuestos que para las que tienen cien empleados". Por eso la lucha contra la evasión será larga: "Cambiar la administración del Estado, hacerla más efectiva y transparente, ya es difícil; transformar la estructura de la economía, muchísimo más".
"La evasión fiscal es el producto de dos probabilidades: que no te cojan y que no te castiguen –opina Stournaras–. El Gobierno está haciendo mucho para reducir la primera. Ahora toca poner a trabajar el sistema judicial".
Hay signos de que la sociedad griega, ante el abismo, también ha iniciado un mea culpa. Los ciudadanos han comenzado a pedir recibos al fontanero, al médico... Y hay una cierta resignación ante el arsenal de "impuestos excepcionales" que el Gobierno se inventa mes a mes. "El nuevo impuesto de la propiedad es duro, pero ni un griego declaró el precio real al que pagó su vivienda", dice Dimitris Soldatos, empresario de la construcción.
"No podemos sólo culpar al Gobierno –reflexiona Stournaras–. La evasión fiscal es un problema de mentalidad, de cultura, y esta crisis es una oportunidad para cambiar".
Con la pistola de sus prestamistas en la nuca, el Gobierno griego por fin ha tomado cartas en el asunto de la evasión fiscal, una lacra social muy enraizada y con un coste económico ya del todo inasumible con el país al borde de la bancarrota. Con la economía sumergida valorada en el 30% de la actividad económica, se calcula que las arcas del Estado dejan de ingresar cada año 20.000 millones de euros, más del 8% del PIB y suficientes para atajar el déficit fiscal en dos años.
Es más, la evasión ha aumentado en el último año con la crisis a medida que el Gobierno ha ido subiendo los impuestos precisamente para paliar los números rojos. Una hemorragia a borbotones en plena transfusión.
"Este es un país con gente muy rica, que tiene barcos, chalets, pero no paga impuestos –dice el prestigioso economista Yanis Stournaras–. Más de la mitad de profesionales, ni un solo euro. Hasta ahora la exención fiscal estaba en 12.000 euros y, como por arte de magia, miles de médicos y abogados declaran ingresos anuales de 11.999. ¡Aunque vivan en barrios donde el metro cuadrado se vende a 6.000 euros!", Las cifras hablan por sí solas: cada año se presentan cuatro millones de declaraciones; la mitad quedan exentas de pago. Entre las nuevas medidas anunciadas esta semana por el Gobierno está rebajar el límite de exención fiscal a 6.000 euros, muy discutida porque supone también un golpe a las rentas más bajas.
¿Por qué no pagan impuestos los griegos? Hay explicaciones para todos los gustos. Algunos sociólogos se remontan al pasado otomano, decenios y decenios en los que no pagar tributos era una forma de resistencia al ocupante extranjero. "Se trata de una larga tradición en la que el ciudadano cree que el Estado es el enemigo", señala Loukas Tsoukalis, profesor de Integración Europea en la Universidad de Atenas.
"No creo que sea una particularidad griega; bajo nuestras mismas circunstancias, los suecos tampoco pagarían", dice Mitsos, que no quiere dar su nombre real. Trabaja en un negocio familiar, una escuela de refuerzo extraescolar (muy populares en Grecia y una evidencia del fracaso de la escuela pública) donde gran parte del dinero que se cobra de los alumnos es en negro. "Si hubiéramos pagado todos los impuestos nunca hubiéramos sobrevivido como empresa", dice este hombre de clase media. Recuerda lo fácil que siempre ha sido evadir: "El inspector es el primero que te amenaza con buscarte un problema si no lo arreglas privadamente con él".
La cultura del fakelaki (el sobrecito que se paga por debajo de la mesa) se ha agravado con la crisis. Según Transparencia Internacional, en el 2010 los griegos pagaron 1.492 euros de media en sobornos, un 10% más que en el 2009. Las oficinas de impuestos locales y los hospitales son los lugares donde se paga más.
La corrupción del Estado es parte del problema –por eso el Gobierno esta vez ha mandado a las islas a una unidad especial de Atenas y no a los viejos inspectores locales–, que actúa a la vez como coartada moral para los evasores. "Es una gran hipocresía. Los mismos que dicen que no confían en el Estado quieren usar las carreteras, los hospitales, las escuelas, la policía... pero sin pagar su precio", dice Stournaras.
Junto a la incapacidad y corrupción administrativa, el profesor Tsoukalis cree que aun más importante es la propia estructura de la economía. "Grecia tiene el mayor porcentaje en la OCDE de autoempleados, es un tejido de pequeñas empresas familiares para las cuales es mucho más fácil evadir impuestos que para las que tienen cien empleados". Por eso la lucha contra la evasión será larga: "Cambiar la administración del Estado, hacerla más efectiva y transparente, ya es difícil; transformar la estructura de la economía, muchísimo más".
"La evasión fiscal es el producto de dos probabilidades: que no te cojan y que no te castiguen –opina Stournaras–. El Gobierno está haciendo mucho para reducir la primera. Ahora toca poner a trabajar el sistema judicial".
Hay signos de que la sociedad griega, ante el abismo, también ha iniciado un mea culpa. Los ciudadanos han comenzado a pedir recibos al fontanero, al médico... Y hay una cierta resignación ante el arsenal de "impuestos excepcionales" que el Gobierno se inventa mes a mes. "El nuevo impuesto de la propiedad es duro, pero ni un griego declaró el precio real al que pagó su vivienda", dice Dimitris Soldatos, empresario de la construcción.
"No podemos sólo culpar al Gobierno –reflexiona Stournaras–. La evasión fiscal es un problema de mentalidad, de cultura, y esta crisis es una oportunidad para cambiar".
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