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22 marzo, 2010

LAS DOT´s Y SAN GLORIO

OPINIÓN
LAS DOT´s
Miguel A. Valladares

La ordenación de los territorios no es una cosa nueva, ha sido y es una constante necesidad de carácter social. Lejos quedan las épocas en las que el interés primordial de la ordenación territorial era solamente de tipo impositivo, siendo a partir del siglo XIX, con la consolidación del liberalismo, cuando los conceptos territoriales cambian de significado y el desarrollo de los servicios públicos pasa a ser parte fundamental de la ordenación de los territorios. De la Constitución de Cádiz, la Pepa, provienen las primeras "Dot" o el primer ordenamiento del territorio. A Raíz de ella, se instaura el sistema provincial, se crean los partidos judiciales, de manera que los territorios de tipo feudal o post-feudal pasan a ser concebidos como espacios político-administrativos.
Este modelo de ordenamiento, aún vigente, apenas ha sufrido alteraciones en los últimos 150 años (no ignoro los distintos proyectos de regionalización, que merecerían un capítulo aparte), y no es hasta las décadas de los 60 y 70 del siglo XX cuando se ponen en marcha otras "Dot" o procesos territoriales denominados de comarcalización con la aspiración de ser instrumentos de revitalización económica y la consecuente ampliación y mejora en los servicios estatales al ciudadano.
Aún podríamos considerar otras "Dot" más recientes, las Mancomunidades, instituciones de carácter territorial, que basándose en la anterior comarcalización nacieron con la pretensión de dar aquellos servicios públicos que de por sí los propios municipios serían capaces de asumir por su coste.
Sin embargo estas nuevas DOT´s (MCC), aunque tienen el mismo fin que las anteriores, tienen detrás otra historia, sobre la que, aunque de manera somera, merece la pena una reflesión. Durante la última mitad del siglo XX se van a empezar a tomar una serie de medidas de carácter económico que van a convulsionar las viejas estructuras, no sólo económicas sino políticas y sociales.
El principal cambio residió en dar la supremacía al capital productivo sobre el financiero. Las consecuencias más inmediatas de esta medida han sido, desde un punto de vista económico, una práctica de producción y consumo insostenibles. Políticamente el Capital ha quedado fuera de control de los parlamentos, no sin la connivencia de estos, se le ha dotado de un poder de intrusión en los Estados hasta ahora desconocido, y que le lleva al dominio, no ya sobre el conjunto de la sociedad y sus instituciones, sino sobre la misma naturaleza. Todo vale si es con el fin de producir. El Capital sólo admite ganancias, las pérdidas son subsanadas con dinero público. Sociológicamente estas políticas han supuesto la desertización humana de espacios que siempre supusieron la base de la subsistencia y por tanto iconos de la sostenibilidad.
Esta avalancha demográfica no es un problema únicamente de este país, sino que afecta de manera global a todo el mundo, "civilizado" y "sin civilizar". La Unión Europea consciente de la magnitud del desastre estructural que supone para sus Estados este cambio demográfico, inicio en la década de los 80 el diseño de políticas destinadas a reorganizar sus territorios con el fin de recomponer y compensar sus servicios en aquellos oasis poblacionales en los que son inaplicables los parámetros básicos y para ello esbozaron una serie de principios recogidos bajo el nombre de Directrices de Ordenamiento Territorial, las DOT.
Y así llegamos a estas, nuestras DOT (MCC), pero estas DOTs sólo contienen párrafos y más párrafos sobre desarrollo socioeconómico equilibrado y sostenible; mejora de la calidad de vida de la población; gestión responsable de los recursos naturales; protección del medio ambiente y utilización racional y equilibrada del territorio, todo una patraña, no hay nada mejor que la experiencia, comarcalización, mancomunación, si no hay proyectos, si no hay presupuestos, servirán para lo mismo que sirvieron las anteriores... para nada. En estas DOTs el coste de hacerlas, el directo, la empresa privada que las ha diseñado, más el indirecto, la jarta de políticos, consejeros, personal de la administración etc., es infinitamente superior a la inversión que predican.
Estas DOTs pudieran ser un ejemplo, parcial o completo, de lo reflexionado anteriormente, es decir, el Capital adueñándose de la naturaleza con leyes u ordenamientos a su conveniencia, y la connivencia de una Administración que debería tener en cuenta los principios sobre los que se basan las directrices de ordenamiento territorial, la Carta de Torremolinos (1983), muy explícita en estos temas y donde pone que no se diseñaran ordenamientos territoriales para favorecer intereses privados.
En fin, a orillas del Rubicon estamos... Alea iacta est, la suerte está echada... aunque a la vista de lo que acontece alrededor de dichas DOT, habría que traducirla como "esta jata está vendida", más de aquí... del Esla, más indolora.
Cuantas cosas habrá que cambiar para que no cambie nada.

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