LITERATURA / Un leonés muy guerrero
‘El Melladín’ de Pedrosa o el azote delos ilustres.Antonio de Valbuena polemizó con los más conocidos personajes de su tiempo.
Fulgencio Fernández / León. la-cronica.net
Uno de los personajes más desconocidos y singulares de la cultura leonesa es Antonio de Valbuena, al que llamaban El Melladín de Pedrosa (del Rey), por ‘la mella’ que tenía en su labio inferior. Un olvidado pese a que en su época llegó a ser uno de los personajes más conocidos, y controvertidos, sobre todo por sus encendidas polémicas con todo tipo de personajes, como Emilia Pardo Bazán e, incluso, con el diccionario de la Real Academia, a la que no dudó en corregir en su famosa ‘Fe de erratas del diccionario de la Real Academia’. Y, por no salir de nuestra tierra, hasta la estatua de Guzmán el Bueno fue blanco de sus iras en su libro ‘Caza Mayor y Menor’, enel que escribía en 1913: “Una mala obra se ha hecho modernamente en León, por cuenta de la Diputación Provincial. Erigir a uno de los leoneses más ilustres, a Guzmán el Bueno, una estatua ignominiosa, y por desgracia está colocada en sitio muy visible, en la entrada de la ciudad viniendo de la estación de manera que es lo primero que ven los forasteros.
Es de esperar que desaparezca cuando en la Diputación esté en mayoría el buen gusto. Porque el gran Guzmán aparece cabizbajo, con la barba metida en el pecho, tirando el cuchillo de mala gana, como por obligación, con los dedos engarabitados y volviendo el rostro”. Hasta sobre el ‘sexo’ de la lucha leonesa se atrevió a polemizar: “Los antiguos leoneses pusieron una a protética al verbo luchar, del latino luctare; y dijeron aluchar, con el mismo derecho y con el mejor sentido que la Academia, que ha puesto la misma letra al verbo serrar, del latino serrare, y escribe aserrar y aserrín y aserrado y otras tonterías análogas que nadie repite sino los ignorantes presumidos que tienen fe en el Diccionario, porque son todavía más ignorantes que los académicos. Digo con el mejor sentido porque de decir aluchar por luchar no se sigue ninguna confusión”.
Pero no solo de polémicas vivió nuestro ilustre paisano. Clarín llegó a escribir de él que “ha probado que sabe escribir con gracia, con soltura [...] que es un escritor correcto, fácil de leer, gracioso y franco [...] que detesta el estilo cursi, soso y pseudoclásico”.
Ya en el siglo XX (Valbuena nació en 1844), fue Azorín el gran defensor de este escritor nacido en uno de los pueblos que anegó el pantano de Riaño. “Valbuena fue un prosista de los buenos; en su prosa hay sabor castellano. Digo leonés”.
Bien es cierto que hubo algunos que cambiaron de opinión sobre su trabajo debido a las opiniones que el propio Valbuena hizo público sobre él. Tal es el caso de Emilia Pardo Bazán, quien primero escribía: “El nombre de este escritor, que se encuentra hoy entre los más leídos, que tiene su auditorio y sus partidarios acérrimos, y que es un favorito de la juventud (los muchachos entre quince y veinte se lo saben de memoria)...”. Unos años más tarde el tono de sus comentarios era bien diferente y realmente parece justificado su cambio de actitud si pensamos que el leonés escribió de ella lindezas como “O no ha de escribir doña Emilia, o ha de errar aún en las cosas más triviales y conocidas.
De manera que, para bien ser, se había de reformar el aforismo latino aquel que dice: Humanum est errare, para aplicárselo más directamente a doña Emilia, diciendo, Emilianum est errare.
Porque hay cosas en las que ya no yerra nadie más que ella.
Y los académicos, a lo sumo”.
Sin embargo, son muchos los que creen que no se trataba de un afán de polémica, Corral Castañeda tiene muy claro que “cualquier ataque a la sintaxis -o la preceptiva- por minúscula que fuese, le consideraba Valbuena una ofensa personal”.
El último número de Tierras de León recrea (de la mano de uno de los grandes estudiosos del polemista leonés, Joaquín Serrano) otra de sus batallas, en este caso nada más y nada menos que con Miguel de Unamuno, de quien no dudo en afirmar cosas como: “Porque realmente resulta unpoco bochornoso que un catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, y además rector de una Universidad, y de la de Salamanca precisamente, no sepa de gramática castellana ni siquiera aquellos rudimentos que no ignoran los más ínfimos escolantes”.
Pero aún va más allá el estudio. “¿Plagió o usó Unamuno la figura de Antonio de Valbuena en su novela Paz en la guerra?Volveremos con ello que tiene miga.
‘El Melladín’ de Pedrosa o el azote delos ilustres.Antonio de Valbuena polemizó con los más conocidos personajes de su tiempo.
Fulgencio Fernández / León. la-cronica.net
Uno de los personajes más desconocidos y singulares de la cultura leonesa es Antonio de Valbuena, al que llamaban El Melladín de Pedrosa (del Rey), por ‘la mella’ que tenía en su labio inferior. Un olvidado pese a que en su época llegó a ser uno de los personajes más conocidos, y controvertidos, sobre todo por sus encendidas polémicas con todo tipo de personajes, como Emilia Pardo Bazán e, incluso, con el diccionario de la Real Academia, a la que no dudó en corregir en su famosa ‘Fe de erratas del diccionario de la Real Academia’. Y, por no salir de nuestra tierra, hasta la estatua de Guzmán el Bueno fue blanco de sus iras en su libro ‘Caza Mayor y Menor’, enel que escribía en 1913: “Una mala obra se ha hecho modernamente en León, por cuenta de la Diputación Provincial. Erigir a uno de los leoneses más ilustres, a Guzmán el Bueno, una estatua ignominiosa, y por desgracia está colocada en sitio muy visible, en la entrada de la ciudad viniendo de la estación de manera que es lo primero que ven los forasteros.
Es de esperar que desaparezca cuando en la Diputación esté en mayoría el buen gusto. Porque el gran Guzmán aparece cabizbajo, con la barba metida en el pecho, tirando el cuchillo de mala gana, como por obligación, con los dedos engarabitados y volviendo el rostro”. Hasta sobre el ‘sexo’ de la lucha leonesa se atrevió a polemizar: “Los antiguos leoneses pusieron una a protética al verbo luchar, del latino luctare; y dijeron aluchar, con el mismo derecho y con el mejor sentido que la Academia, que ha puesto la misma letra al verbo serrar, del latino serrare, y escribe aserrar y aserrín y aserrado y otras tonterías análogas que nadie repite sino los ignorantes presumidos que tienen fe en el Diccionario, porque son todavía más ignorantes que los académicos. Digo con el mejor sentido porque de decir aluchar por luchar no se sigue ninguna confusión”.
Pero no solo de polémicas vivió nuestro ilustre paisano. Clarín llegó a escribir de él que “ha probado que sabe escribir con gracia, con soltura [...] que es un escritor correcto, fácil de leer, gracioso y franco [...] que detesta el estilo cursi, soso y pseudoclásico”.
Ya en el siglo XX (Valbuena nació en 1844), fue Azorín el gran defensor de este escritor nacido en uno de los pueblos que anegó el pantano de Riaño. “Valbuena fue un prosista de los buenos; en su prosa hay sabor castellano. Digo leonés”.
Bien es cierto que hubo algunos que cambiaron de opinión sobre su trabajo debido a las opiniones que el propio Valbuena hizo público sobre él. Tal es el caso de Emilia Pardo Bazán, quien primero escribía: “El nombre de este escritor, que se encuentra hoy entre los más leídos, que tiene su auditorio y sus partidarios acérrimos, y que es un favorito de la juventud (los muchachos entre quince y veinte se lo saben de memoria)...”. Unos años más tarde el tono de sus comentarios era bien diferente y realmente parece justificado su cambio de actitud si pensamos que el leonés escribió de ella lindezas como “O no ha de escribir doña Emilia, o ha de errar aún en las cosas más triviales y conocidas.
De manera que, para bien ser, se había de reformar el aforismo latino aquel que dice: Humanum est errare, para aplicárselo más directamente a doña Emilia, diciendo, Emilianum est errare.
Porque hay cosas en las que ya no yerra nadie más que ella.
Y los académicos, a lo sumo”.
Sin embargo, son muchos los que creen que no se trataba de un afán de polémica, Corral Castañeda tiene muy claro que “cualquier ataque a la sintaxis -o la preceptiva- por minúscula que fuese, le consideraba Valbuena una ofensa personal”.
El último número de Tierras de León recrea (de la mano de uno de los grandes estudiosos del polemista leonés, Joaquín Serrano) otra de sus batallas, en este caso nada más y nada menos que con Miguel de Unamuno, de quien no dudo en afirmar cosas como: “Porque realmente resulta unpoco bochornoso que un catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, y además rector de una Universidad, y de la de Salamanca precisamente, no sepa de gramática castellana ni siquiera aquellos rudimentos que no ignoran los más ínfimos escolantes”.
Pero aún va más allá el estudio. “¿Plagió o usó Unamuno la figura de Antonio de Valbuena en su novela Paz en la guerra?Volveremos con ello que tiene miga.
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