PP y PSOE por fin enseñan la patita
Con las declaraciones de Sánchez ayer y de hoy de Cospedal,
va tomando cuerpo la intención y posibilidad de que PP y PSOE formen
coalición tras las elecciones para garantizar la gobernabilidad y
estabilidad del país. Es decir, con IU o con Podemos o con los demás
grupos con representación parlamentaria, incluidos los nacionalistas, no
existe tal garantía de gobernabilidad: son necios, malvados, traidores,
antisistema y antidemócratas. Quedan establecidas, pues, la guerra y la
frontera. Los que siempre han gobernado quieren seguir haciéndolo por
pura generosidad y se alían para conseguirlo. Por cierto, asco de PSOE.
No importa que nos hayan llevado a vivir peor porque nos han obligado a vivir en la resignación. No importa que ellos hocen en la mierda. Ellos, y solo ellos, tienen la titularidad y el monopolio de la felicidad democrática. La izquierda queda marcada con el estigma de la incompetencia, el deshonor y la ruina. Esperemos que el PSOE tenga un último rasgo de vergüenza y nunca más se proclame de izquierda. Se ha pasado con armas y bagajes a lo más rancio y retrógrado. Su credibilidad es cero y la posibilidad de recuperarla nula. Ya forma un pack, un tándem, con la otra derecha. Son ecos de una misma voz.
Consigues un puesto de trabajo, como si ganaras una oposición a Registrador de la propiedad, te pones contento y te humillan en el tiempo y en el salario.
O ni siquiera lo consigues y te eternizas echando currículos y o emigras o subsistes con prestaciones sometidas a caducidad.
Te dicen que ya estamos saliendo del pozo, pero tú ni los tuyos respiráis.
Los grandes almacenes ya dan crédito para comprar la cena de Nochebuena.
Los hinchas del fútbol se matan en las calles y la Policía no aparece y nadie responde ni dimite.
Al juez Ruz le quieren cortar las manos para que no culmine los sumarios de la corrupción.
Los medios de comunicación se atrincheran en la insidia, la calumnia y lo establecido. Televisión española, la televisión de la vergüenza es su nuevo nombre.
Catalunya es un polvorín ignorado.
Los curas pederastas y los arzobispos encubridores rellenan el paisaje de sucesos.
Tenemos los reyes más elegantes y mejor vestidos del mundo.
El nepotismo invade las universidades que reciben fondos públicos.
Sigue el mismo ritmo de desahucios.
Los sindicatos son una reliquia, con razón corrupta y mancillada.
Los empresarios no cejan.
El Consejo General del Poder Judicial quiere cambiarle el nombre a los imputados por uno más dulce que no suene tan duro, pero no se atreven a ponerle el de golfos, que es mucho más simple y comprensible.
Mariano Rajoy, futuro socio de Sánchez, dictador consentido que ya dijo hace tiempo, recordemos, que la desigualdad es lo normal y esencial del ser humano, qué gran tipo y demócrata.
Cultura naufraga en la zafiedad.
Sí, la resignación es nuestra nueva seña de identidad. Ya solo esperamos no vivir peor, no a vivir mejor. Los dados del destino están trucados, los ha tirado y ha salido el 135. Vivimos mejor porque, de momento, vivimos.
Surge una posibilidad, una esperanza de decencia y la machacan estos demócratas de salón, acusándola de extremismo populista. Todo, menos Podemos. Podemos, pero menos.
Ahora sí que hay dos Españas: la compinchada para perpetuarse en el poder y en el turnismo, y la que aspira a salir de la resignación, el oprobio y la injusticia. La indecente y la decente. Ya está claro a quién hay que votar. Esto es la Aviación contra la Marina, Roma contra Cartago, la democracia contra la impostura. Guerra a muerte al PP y al PSOE, falsificadores de la lealtad democrática.
No importa que nos hayan llevado a vivir peor porque nos han obligado a vivir en la resignación. No importa que ellos hocen en la mierda. Ellos, y solo ellos, tienen la titularidad y el monopolio de la felicidad democrática. La izquierda queda marcada con el estigma de la incompetencia, el deshonor y la ruina. Esperemos que el PSOE tenga un último rasgo de vergüenza y nunca más se proclame de izquierda. Se ha pasado con armas y bagajes a lo más rancio y retrógrado. Su credibilidad es cero y la posibilidad de recuperarla nula. Ya forma un pack, un tándem, con la otra derecha. Son ecos de una misma voz.
Consigues un puesto de trabajo, como si ganaras una oposición a Registrador de la propiedad, te pones contento y te humillan en el tiempo y en el salario.
O ni siquiera lo consigues y te eternizas echando currículos y o emigras o subsistes con prestaciones sometidas a caducidad.
Te dicen que ya estamos saliendo del pozo, pero tú ni los tuyos respiráis.
Los grandes almacenes ya dan crédito para comprar la cena de Nochebuena.
Los hinchas del fútbol se matan en las calles y la Policía no aparece y nadie responde ni dimite.
Al juez Ruz le quieren cortar las manos para que no culmine los sumarios de la corrupción.
Los medios de comunicación se atrincheran en la insidia, la calumnia y lo establecido. Televisión española, la televisión de la vergüenza es su nuevo nombre.
Catalunya es un polvorín ignorado.
Los curas pederastas y los arzobispos encubridores rellenan el paisaje de sucesos.
Tenemos los reyes más elegantes y mejor vestidos del mundo.
El nepotismo invade las universidades que reciben fondos públicos.
Sigue el mismo ritmo de desahucios.
Los sindicatos son una reliquia, con razón corrupta y mancillada.
Los empresarios no cejan.
El Consejo General del Poder Judicial quiere cambiarle el nombre a los imputados por uno más dulce que no suene tan duro, pero no se atreven a ponerle el de golfos, que es mucho más simple y comprensible.
Mariano Rajoy, futuro socio de Sánchez, dictador consentido que ya dijo hace tiempo, recordemos, que la desigualdad es lo normal y esencial del ser humano, qué gran tipo y demócrata.
Cultura naufraga en la zafiedad.
Sí, la resignación es nuestra nueva seña de identidad. Ya solo esperamos no vivir peor, no a vivir mejor. Los dados del destino están trucados, los ha tirado y ha salido el 135. Vivimos mejor porque, de momento, vivimos.
Surge una posibilidad, una esperanza de decencia y la machacan estos demócratas de salón, acusándola de extremismo populista. Todo, menos Podemos. Podemos, pero menos.
Ahora sí que hay dos Españas: la compinchada para perpetuarse en el poder y en el turnismo, y la que aspira a salir de la resignación, el oprobio y la injusticia. La indecente y la decente. Ya está claro a quién hay que votar. Esto es la Aviación contra la Marina, Roma contra Cartago, la democracia contra la impostura. Guerra a muerte al PP y al PSOE, falsificadores de la lealtad democrática.
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