El discurso del Rey sin eufemismos
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Buenas noches.
Como cada fin de año me toca dirigirme a vosotros en esta fecha para felicitaros la Navidad y lanzar frases a modo de oráculos que serán interpretados desde distintos ángulos. Ocurre cuando no se dicen las cosas del todo claras. Haremos un esfuerzo por una vez de ser algo más diáfanos. Lo primero que me interesa resaltar, lo primero, es que tenemos un “futuro en común”. De aquí no se apea nadie que igual se cae todo el entramado. Tanto hablar de solidez y a veces resulta que las uniones son muy endebles.
“España continúa sufriendo los efectos de una crisis económica y financiera de una duración y magnitud desconocidas en la historia reciente de la Unión Europea, con efectos muy negativos sobre las personas, las familias y las empresas”. Sobre las causas y motivaciones no me voy a pronunciar pero daros por saludadas afectuosamente todas las víctimas. “Gracias por vuestra ayuda”.
Si esto fuera un Estado social como proclama la Constitución no tendríamos que volver a hablar de que “es extraordinaria la fuerza de la familia en España, y fundamental el papel que está jugando en esta grave crisis”. Tendrías derechos y no sería la familia el sostén como ocurre en las sociedades menos desarrolladas. Bien injusto es además. ¿Y si uno no tiene familia que pueda ayudarle? pues se fastidia. Pero yo sí tengo familia, de rancio abolengo: soy Rey. A mí ese problema no me afecta y no me toca sino decir “Gracias, en definitiva, al conjunto de los ciudadanos por vuestro ejemplo de responsabilidad y de civismo en tiempos ciertamente difíciles”. Algunos se contentan con esto.
Sé que hay gente realmente indignada con esta situación. Basta ver como pitan a los políticos y a la familia real incluso cuando acudimos a eventos. Os fastidia que os estemos oprimiendo mientras “casos de falta de ejemplaridad en la vida pública han afectado al prestigio de la política y de las instituciones”.
Ay, mis asesores creen que con esta frase os vais a quedar tranquilos como siempre, pero es que hasta a mí me da hasta la risa. “Ejemplaridad”, ay, leed latrocinio, prevaricación, abuso, estafa, atraco… Veamos:
Tenéis más razón que un santo. Empecemos por el chorizo de mi yerno y la nena que me está costando un Imperio librarla de imputaciones, pero es que es “una infanta” –está por encima de vosotros- y en eso están de acuerdo hasta buena parte de los órganos de Justicia que os habéis dado. Ay, perdón, otra vez por la carcajada.
De los políticos qué os voy a contar que no estéis viendo todos los días en los medios. De Bárcenas a Blesa, del amigo Matas a los turbios dirigentes de Madrid. El partido en el poder borrando ordenadores y correos, pruebas en definitiva. A ratos esto parece la Mafia siciliana, una organización creada para delinquir. Tenemos los EREs andaluces, chorizada muy patria, que la derecha quiere equiparar a la podredumbre troncal del PP. Pero, vamos, es que entre todos os estamos robando a manos llenas y aún os venimos con milongas.
Como éstas que me han escrito: “la sociedad reclama hoy un profundo cambio de actitud y un compromiso ético en todos los ámbitos de la vida política, económica y social que satisfaga las exigencias imprescindibles en una democracia. Es verdad que hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia”.
Lo que reclama realmente cualquier persona con dignidad, cualquier país serio, es que todos los ladrones sean enjuiciados sin ayuditas disuasoras de la hoy tan manoseada justicia. Y que vayan a la cárcel sin son condenados. Que devuelvan el dinero. Una purga espectacular de todo cuanto enrarece la vida pública y ha convertido España en un país con tan mala fama internacional, que tanta vergüenza produce a muchos ciudadanos decentes. Entre unas cosas y otras –añadamos mis elefantes y Corinas- nadie da un euro por la Marca España. Ya no ha faltado más que la regresión ideológica del PP a tiempos en los que mandaba “el abuelo”, a quien tanto debo.
Vuelvo al papel y no doy crédito. Me pone que esto se resolverá, entre otras cosas, “con la generosidad de las fuerzas políticas y sociales representativas”. ¡Con la generosidad! Os han degradado la vida, os están robando muchos de ellos, y aún –dicen- habéis de aguardar que tengan a bien ser magnánimos e intentar algún paño caliente. Más paciencia que nadie en el mundo tenéis. Claro, tantos años de idiocia programada.
Me toca decir ahora que hay “indicios de recuperación que se están empezando a ver”, no es cierto, pero voy a quedar muy bien –lo de Rajoy y cía no se lo traga nadie… con cerebro- concluyendo: “Para mí, la crisis empezará a resolverse cuando los parados tengan oportunidad de trabajar”.
La cosa está cruda. Para vosotros en particular pero cuando nos pasamos de rosca termina por afectar un poco a todos. A mí no dejan de presionarme con la abdicación, me resistiré como un Rajoy cualquiera. Os tengo que convencer de que durante mi reinado España ha ido como una seda. Diré, sí, “he visto momentos malos y buenos y siempre hemos sabido los españoles salir juntos de los malos y construir juntos los buenos”. Esto une mucho, le pasa “a todo el mundo”. A los países que son “como familias” pero en los que unos mandan y otros sirven, unos comen bien y otros no.
Para resumir y no provocar vergüenza ajena, vengo a sentenciar que los españoles somos la leche, o eso se creen los ciudadanos con poco sentido crítico. Una confluencia cósmica impactó sobre la península ibérica, sus islas y comunidades autónomas, para hacernos superiores al resto de los mortales. Somos únicos, la leche, como digo. Y salimos de todo como en los anuncios de Campofrío. “¿Se proclama una supuesta decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones?” No es un invento, es algo real. Y se cuenta bastante menos de lo que se debería para lograr una reacción que convirtiera a España en un país decente, aunque habría víctimas en el camino del lado que nunca toca y eso no puede ser. ¿Qué queréis? Viene de serie con la monarquía la consagración de privilegios.
En una palabra, “yo he dedicado mi vida” a esto y haré lo que pueda por mantenerme. Hasta deciros que la culpa es compartida, de todos, incluso vuestra –¡os funciona tan bien almas cándidas!-. “Esa crucial tarea de modernización y regeneración no es competencia exclusiva de los responsables políticos. También lo es de los agentes económicos y sociales y de la sociedad en su conjunto a través de sus estructuras organizativas”.
Reitero que hemos de ir “juntos” sin fisuras y poco más me queda por añadir. Que ni el Santo Job se os puede comparar. Gracias, a veces se nos saltan las lagrimas de emoción e incredulidad. ¡Con generosidad! lo arreglarán los políticos y mandos en insituciones, decía, ay. Son un sol estos españoles, tragan con todo.
De nuevo, Feliz Navidad y buenas noches.